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El gran refinado pop. Foto: Norman Wong
El gran refinado pop. Foto: Norman Wong

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Alvvays

“Lo único que nos impulsa a seguir son los nuevos desafíos”

Fotos: Eleanor Petry / Norman Wong

25.07.2023
Hablamos con Molly Rankin, la líder del grupo canadiense Alvvays, pocos días después de sus conciertos en Barcelona y Madrid en el Primavera Sound. Las canciones de “Blue Rev”, el álbum que publicaron el pasado otoño, todavía resuenan con fuerza en nuestras cabezas.

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ardaron cinco años en publicar su tercer álbum, “Blue Rev” (Celsius Girls-Polyvinyl-Transgressive-[PIAS] Ibero América, 2022), que toma su nombre de una popular bebida canadiense y representa todos los recuerdos de adolescencia de la cantante y guitarrista Molly Rankin, líder de Alvvays. Durante el proceso de composición y grabación de este trabajo, entre los más destacados del pasado ejercicio, la banda se enfrentó a cambios en sus filas, a una inundación y al robo de sus maquetas, además de a la pandemia que afectó a nivel mundial.

Rev es una bebida a base de cola y vodka, con siete grados de alcohol, muy popular en Canadá. El tono aguamarina de esta y algunos recuerdos de juventud proveyeron a Molly Rankin de la narrativa necesaria para publicar un álbum que la llevó a su adolescencia. Rankin y Kerri MacLellan, teclista de la banda, cursaron la educación secundaria en Cabo Bretón, una isla al este de Canadá con infinidad de bosques: un entorno propenso al desarrollo de la cultura folk. De hecho, el padre de Molly, John Morris Rankin, fue el violinista de The Rankin Family, colectivo musical afincado en la isla en el que militaban también otros familiares.

Pese a los antecedentes musicales en su familia, la artista ahora afincada en Toronto no busca retrotraerse a una parte identitaria o cultural de su adolescencia, sino a las vivencias más íntimas y personales que, al plasmar en este tercer trabajo del grupo, descubrió como universales para cualquier individuo con unos condicionantes socioeconómicos similares. Así, aunque con “Blue Rev” abre un portal hacia el pasado, sus memorias casi globales lo convierten en una obra canónica de juventud y nostalgia. De ahí proviene en gran parte el sonido pesado y etéreo del álbum: Alvvays siempre han abrazado el shoegazing y el synthpop, pero escuchar su tercer disco es como observar una foto vieja en blanco y negro.

“Blue Rev” tuvo un parto complicado, y no solo por el ejercicio de encontrarse con la versión pasada de su individualidad, estableciendo una conversación que no siempre es agradable, sino por toda la logística que conllevó su creación. Durante este proceso, la banda se ha enfrentado a cambios de formación –la bajista Abbey Blackwell sustituyó a Brian Murphy hace un par de años; la batería Sheridan Riley y el guitarrista Alec O’Hanley completan el quinteto– y a una pandemia que los separó entre Estados Unidos y Canadá, no pudiendo juntarse para componer o grabar hasta finales de 2021. “Antisocialites”, su anterior lanzamiento, fue publicado por Polyvinyl en el año 2017. Además, gran parte de las canciones que hoy escuchamos existían en forma de maqueta en un disco duro que fue robado del apartamento de Rankin en Toronto y nunca se recuperó. Al día siguiente, porque es mejor que todas las desgracias sucedan a la vez, una inundación dañó casi por completo el equipo de la banda.

Quizá todo lo acontecido durante estos últimos años ha sido necesario para su proceso de aprendizaje, para encontrar una nueva perspectiva en canciones con un gran período de crecimiento o para revisionar algunas vivencias desde todos los ángulos posibles. O quizá el resultado hubiera sido similar sin tanta desgracia. Lo absolutamente cierto, pese a ello, es que Molly Rankin encuentra la satisfacción en superar la adversidad, tal y como ella misma nos cuenta vía Zoom.

“Many Mirrors”, vídeo realizado por Eric Barone (creador del videojuego “Stardew Valley”).

¿Por qué tardó tanto tiempo en llegar “Blue Rev”?

Creo que empecé sin tener un concepto, que es una cosa que me sucede bastante a menudo. Con el tiempo y, sobre todo, cuando aparecen las letras, las piezas del puzle van encajando. Las cosas empiezan a tomar forma y todos los temas que parecían tan diferentes empiezan a conectarse y a establecer una cohesión entre sí. Una cosa que traté de hacer temáticamente, para tener un punto de partida, fue tomar como referencia algunos recuerdos adolescentes. Algunas piezas de las regiones donde yo crecí, junto a algunas de mis vivencias, porque nunca había hecho ningún ejercicio parecido. Durante la pandemia vi algunas fotos, recordé algunos paisajes… Traté de hacer de esos recuerdos algo completamente personal, porque esas vivencias también son experiencias únicas para mí. Componer así fue nuevo y emocionante para mí, mientras rememoraba momentos únicos de mi adolescencia.

Por otra parte, el disco ha requerido mucho tiempo porque la mitad de nuestra banda estaba en los Estados Unidos y tardamos literalmente años en conseguir un permiso para juntarnos y que pudiesen venir a nuestro país. Creo que fue en otoño de 2021, pero no estoy segura porque los años pasan muy rápido. O sea, desde que hicimos las canciones pasaron aproximadamente dos años para coincidir en el mismo espacio y poder interpretar juntos todas las canciones en Los Ángeles. Pero, ya sabes, dejando de lado todos estos inconvenientes, soy una persona que escribe muy despacio. Procuro tomarme mucho tiempo para hacer una idea que me guste.

Si desde que la haces hasta que la grabas pasan cinco años, ¿no le coges un poco de manía al tema antes de que salga?

Creo que nunca grabaría algo que no me gustara, somos muy despiadados en ese aspecto y no tengo problema en desechar ideas. Sobre todo intento pensar en canciones que me guste tocar en concierto, como “Tom Verlaine”, en la que me gusta escuchar todas las líneas de sintetizador que Kerri toca a través del sistema principal de sonido. También “Pressed” es superdivertida. Es muy rápida, todo el mundo reacciona muy bien, va directa al grano.

Os robaron las maquetas, ¿no?

Sí, tenía una grabadora de mano en la que registraba todas mis ideas. Contaba con horas y horas de grabaciones, casi días, y por aquellos momentos no tenía más valor que el sentimental. Pero sí, alguien entró en mi vivienda y se llevó un montón de cosas, entre ellas este disco duro. Realmente nunca supe a dónde fue a parar, dónde lo vendieron, si es que lo vendieron… o qué pasó. Afortunadamente no soy alguien que olvida las ideas. Si ya lo he grabado, lo más probable es que me termine acordando de ello. Muchas de las cosas eran solo texturas y sonidos que sentí que eran emocionantes en el momento, pero aun así creo que hicimos un buen trabajo a la hora de recomponerlo todo. Aun estando orgullosa, es un hecho que no me sentó bien, es algo bastante triste. Es como si alguien tomara tu diario, lo leyera y te lo quitara… siendo en este caso, además, mi trabajo. Esas canciones recogen mis sentimientos y también son mi modo de vida. Es una sensación muy difícil de describir.


“Los recuerdos siempre son más románticos que la vida cotidiana, que no sientes que sea especial o única de ninguna manera, por lo menos cuando lo estás viviendo. Pero la realidad es que, recordando mi adolescencia, me he dado cuenta de que fue un momento muy especial que pasé con un montón de gente de mi edad, y que nos pertenece de una manera muy exclusiva y específica”



¿Y cómo aprendiste a lidiar con tu propia paciencia? Cualquier otra persona se hubiera desesperado entre tantos inconvenientes.

Supongo que la vida solo sigue si aprendes a no sentir lástima por ti misma, aunque quieras tomarte algún tiempo para estar molesta y no hacer nada más. Tenía que seguir, luchar por la perspectiva de hacer otro disco a pesar de lo descorazonada que me sentí. Y, ya sabes, lo único que nos impulsa a seguir son los nuevos desafíos. Alec y yo estábamos justo hablando de esto el otro día, pensamos que llegar a finalizar algo es el sentimiento más satisfactorio que cualquiera de nosotros puede plantearse experimentar. Si no me queda eso, incluso si algún día no continúo haciendo canciones, este proceso seguirá siendo una parte muy importante de mi vida. Es tan satisfactorio que consigo superar el dolor. Supongo que eso es lo que hacen todos los músicos, seguir adelante a pesar de las diferentes variables que pueden interponerse en el camino.

En todo ese proceso, ¿los recuerdos adolescentes que rescataste sufrieron alguna evolución dentro de ti, los analizaste de otro modo?

Supongo que sí. Los recuerdos siempre son más románticos que la vida cotidiana, que no sientes que sea especial o única de ninguna manera, por lo menos cuando lo estás viviendo. Pero la realidad es que, recordando mi adolescencia, me he dado cuenta de que fue un momento muy especial que pasé con un montón de gente de mi edad, y que nos pertenece de una manera muy exclusiva y específica. Eran vivencias comunes, y yo en aquel momento no era consciente de lo especiales que fueron. No estaba muy segura de que algo como “Blue Rev” fuese capaz de resonar en las cabezas de otras personas, pero parece ser que encaja en una gran parte de la juventud, como si existiera cierto componente universal en todas esas vivencias.

¿Al reconectar con tu pasado también hubo un pasado musical que quisiste retomar? ¿Cómo trasladaste esa melancolía al ámbito meramente musical?

Algunas cosas sabía exactamente cómo quería que sonaran desde el principio. Para mí, lo más complicado del viaje que supone componer una canción es trasladar al plano físico lo que me imagino en mi cabeza. Desde lo que pienso en mi cabeza hasta que se convierte en un hecho pueden pasar mil cosas, y suele ser más difícil cuando sabes cómo quieres que suene una canción que si tienes la mente más abierta y estás dispuesta a aceptar cualquier dirección que pueda tomar la canción... Pero hay un montón de diferentes giros y viajes por los que cada canción pasó. Y Alec es una persona con muchísima habilidad para transformar algo en otro universo. También Shawn Everett, que coprodujo el álbum con nosotros, es una persona muy habilidosa y que me entendió genial. Así que algunas de las canciones son exactamente como me las imaginaba, y otras se convirtieron en algo totalmente nuevo. Realmente es más simple que todo esto: mi trabajo es probar cosas, ver lo que pega entre sí, improvisar hasta que algo nos guste.

Sheridan Riley, Kerri MacLellan, Molly Rankin, Alec O’Hanley y Abbey Blackwell. Foto: Eleanor Petry
Sheridan Riley, Kerri MacLellan, Molly Rankin, Alec O’Hanley y Abbey Blackwell. Foto: Eleanor Petry


¿Qué canciones eran diferentes?

“Very Online Guy” comenzó como una especie de idea tonta para luego transformarse en esta gran balada de peso, con este arco de historia dramática que acompañaba a la línea melódica. Yo realmente no tenía ningún objetivo de que se incluyese en el disco, pero el resultado final sí que me gustó. También “Tom Verlaine” empezó siendo muy espaciosa y minimalista, con unas notas de piano casi silenciosas y una caja de ritmos muy estática. Cuando terminamos con ella se convirtió en un muro pesado, una pared de sonido: una canción como trascendental, con mucho cuerpo.

Esos muros de sonido son algo muy característico dentro de vuestra música, así que, ¿cuánto tiempo dedicáis a pensar en otros elementos como la melodía?

La caza de la melodía es en lo que invierto la mayor parte del tiempo que paso componiendo. Siempre trato de encontrar un arco melódico que no se haya hecho ya, que se sienta fresco y remueva algo dentro de mí: eso es lo que necesito para seguir, una melodía que me haga sentir un cambio en mi interior o una punzada. Una vez que tengo eso, siento que la canción podría sonar como cualquier cosa. La melodía es el viaje y puede sobrevivir a un montón de diferentes procesos y trajes diferentes, ¿sabes? Puedes adornarla como quieras si es lo suficientemente buena; todos los sombreros le quedan bien.

¿Y crees que todavía es posible encontrar esa melodía? ¿La que todavía no haya sido hecha y siga removiendo el alma?

Es gracioso, porque este año estuvimos revisando algunas de las viejas canciones para tener todos los archivos en un solo lugar, ordenando toda nuestra discografía para tenerla a mano. En ese momento me encontré un viejo correo electrónico que envié a Alec cuando estaba escribiendo “Archie, Marry Me”. Lo primero que pone en ese email es: “¿Qué es esto? ¿Quién escribió esto?”. La demo tenía una duración aproximada de un minuto, pero en ese período corto de tiempo a mí ya me daba la sensación de que estaba copiando a alguien, que esa canción ya había sido escrita aunque no supiera por quién. Aunque la melodía estaba muy bien, a mí me daba la sensación de plagio.

¿Quizá por ese sonido tan familiar se ha convertido en vuestro gran éxito? Es más fácil escuchar algo si te suena ligeramente.

Es curioso, porque el crecimiento de esa canción no fue de la noche a la mañana, ¿sabes? Simplemente se construyó como nuestro hit a lo largo de los años. No se hizo una bola gigantesca de un día para otro, sino que a medida que fuimos sacando más música fue teniendo repercusión por encima de las demás. Pese a ello, no le guardo rencor y tengo una relación sana con ella. Todavía me siento bien cuando la escucho, disfruto tocándola. Nos sigue representando como banda, no es una molestia que lleve sobre los hombros. Por eso, creo que “Dreams Tonite” es probablemente nuestra canción más popular. Si la escuchas en streaming es la que más rápido subió, puede que sea por la combinación del vídeo y la estética general de la propuesta.


“La caza de la melodía es en lo que invierto la mayor parte del tiempo que paso componiendo. Siempre trato de encontrar un arco melódico que no se haya hecho ya, que se sienta fresco y remueva algo dentro de mí: eso es lo que necesito para seguir, una melodía que me haga sentir un cambio en mi interior o una punzada”



¿Y cuáles son los mecanismos que utilizas para escapar del sonido prototípico de vuestras referencias, lo que os distingue de esas melodías ya escritas?

Utilizamos un montón de instrumentos y texturas diferentes, tanto en el escenario como en la grabación, así que contamos con un espectro muy amplio de sonidos en nuestro set. No creo que podamos ser considerados únicamente como la típica banda de guitarras, porque Kerry y sus sintetizadores tienen un montón de peso y yo escribo principalmente a partir de los teclados, así que podríamos decir que ese es un elemento diferenciador de Alvvays como grupo. Además, todos hemos crecido mucho desde que empezamos: yo he cambiado la forma en que canto y ya no es algo que me asuste. Conscientemente, creo que me he convertido en alguien más segura de mí misma, sin tener que pensar realmente en cuáles son mis capacidades, menos consciente de la limitación. Y creo que Alec, como guitarrista, está cómodo utilizando elementos diferenciadores y probando nuevos sonidos. Creo que es un poco difícil de precisar cómo sonamos exactamente, pero hay una pared de sonido que por lo general tratamos de lograr.

¿Crees que en este caso es representativo el haberos criado en Canadá, con los elementos característicos de la cultura musical de allí?

Tenemos un montón de amigos en Toronto y en todo Canadá, pero no sé si alguna vez nos sentimos como parte de alguna escena local. Sería poco sincero por mi parte decir que sé lo que está pasando ahora en Toronto, cuáles son las tendencias y quién está petándolo, porque es definitivamente un país enorme y nunca he estado superinformada. No es un lugar fácil de recorrer, aunque realmente sí que creo que ha definido lo que somos y también cómo sonamos. Sé que cuando la gente me oye hablar a veces no tiene ni idea de lo que estoy diciendo, porque sueno como si fuera de otro planeta o algo así, pero sí, pienso que ser canadiense y la música en Canadá te moldea, lo creas o no, lo quieras o no.

¿Cómo te moldea?

Influye en muchas cosas. No sé si tanto en un sonido o en una estética concreta. Era importante para nosotros, cuando empezamos como banda, no estar atados a nada, ni regionalmente ni a un sonido que pudiese retrotraer a una época determinada. Ni siquiera queríamos ser agrupados en una determinada etiqueta de la música que era popular en ese momento. Tratábamos de evitar todo eso, solo para intentar hacer algo indescriptible: algo que no pudieses asociar a ningún momento ni a ningún lugar.

¿Crees que lo habéis conseguido?

Creo que eso lo tienen que decidir otras personas. ∎

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