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Justo después de Lucinda Williams y poco antes de Iggy, el necesario descanso entre ambos conciertos impidió que viéramos al completo el concierto de Lucero en el escenario pequeño del festival, en compañía de la brisa nocturna. La banda de Memphis, con la voz rasgada de su líder Ben Nichols, hace tiempo que se quedó en eterna promesa del rock americano en su versión más abrupta y hosca. Defienden con la misma solvencia que aspereza las raíces más densas del southern y el heartland rock, y abarcan desde el country y el blues al soul con energía casi garagera. Visto lo visto, se intuye que conservan durante todo su set la misma intensidad, que quizá se mantenga también como su mayor argumento. JCJ
Otro de los conciertos más refrescantes del Azkena lo brindó en formato de power trio Melvins, luminarias del grunge y exponente singular del metal alternativo y otros géneros proclives a la experimentación. Buzz Osborne, guitarrista de melena cana rizada, y Dale Crover, batería de guantes negros, conservan la esencia de un grupo cuya última incorporación es Steven Shane McDonald, bajista saltarín que aporta la vertiente más festiva: impagable su aparición al ritmo de “Take On Me” (a-ha). El sonido, en cambio, es un torbellino de voces, riffs y ritmos desaforados como los encerrados en “Never Say Sorry”, uno de sus temas recientes, o en los clásicos “Revolve” y “Night Goat”. En efecto, demostraron estar como cabras (nocturnas), especialmente en ese “I Want To Hold Your Hand” que sonó como sonarían The Beatles en el interior de una lavadora despeñándose por un barranco. JGA