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El festival, como ya contamos en la pasada edición, sigue apostando por la mezcla, por tocar todos los palos estilísticos y generacionales. Llevar las propuestas “temáticas” al miércoles y el jueves funcionó sin titubeos. Pese a ser fechas intersemanales, hubo público ávido de lo mejor de la nueva camada urbana el miércoles y de lo latino el jueves. Actuaciones muy destacadas en la primera fecha con el rap periférico y noventas de Las Ninyas del Corro o el bedroom pop frenético de rusowsky. En el segundo día, desgranando subgéneros desde Cuba hasta Panamá, cumplieron expectativas Los Van Van, la resistencia de Omara Portuondo o la magia de Rubén Blades.
El plan flaqueó algo más en las jornadas prêt-à-porter, las más concurridas y mezcladas en cuanto a edades. Muchos fans de The Offspring, líderes de la edición del viernes –mención a Cala Vento o Carolina Durante–, se vieron sin oferta en algunas franjas. El sábado todavía fue más acusado: las vías de la música no festiva quedaron aguadas después de Placebo. El hueco entre los británicos y Moderat fue un yermo en el que la mayoría optó por Stay Homas. El Cruïlla mantiene su evolución hacia ser el evento más popular posible en lo musical –acompañado en la identidad por el partnership con oenegés, empresas locales, vegetarianismo o energías renovables– y eso hace los itinerarios difíciles. No imposibles, porque al final la gente se ubica. Sin recelo. Se puede estar junto y al final, si se quiere, acabar revuelto. YSI
El show de los islandeses se encuadra dentro de la gira internacional para presentar su último retoño discográfico. Ese “ÁTTA” de reciente publicación que defienden bajo dos modalidades: con y sin orquesta. Para su paso por Barcelona –así como la noche anterior en Madrid– optaron por la segunda: los tres integrantes actuales más un batería testimonial, este colocado en un segundo plano imperceptible bajo las cortinas de humo y luces del escenario. Más corpóreo resultó ese mantra atmosférico construido al ralentí y no apto para impacientes. De hecho, su idoneidad para festivales quedó de nuevo puesta en entredicho por la inquietud y la incontinencia verbal de la mayoría de asistentes. La hipnosis colectiva que promulga la banda islandesa implora espacios blindados a las interferencias sónicas y los roces humanos. Pese a las trabas colaterales, su set se desenvolvió pilotado por la voz etérea de Jónsi y su rasgado de guitarra con arco, el bajo férreo de Georg “Goggi” Holm y los teclados humeantes de Kjartan Sveinsson. Su cadencia narcótica y su post-rock de mínimas pulsaciones quedó desprogramado con el crescendo intenso de “Untitled #8 – Popplagið”, tema de despedida en el que Sveinsson reforzó la sección de cuerdas. No hubo espacio para “Hoppípolla”, ni para los temas de su último disco que claman presencia orquestal, pero volvieron a fundir el permafrost. Al menos el de aquellos que pusimos voluntad para que sucediera. MM
The Guapos: mezcla mexicano-española, primera vez en Barcelona, con Adan Jodorowsky al bajo y Leiva a la voz y la batería, recordando sus aventuras adolescentes en la música. Pura banda rock: bugalú, versión de Chuck Berry, silbidos, carreritas a la percusión (efectismo de banda de ‘Buenafuente’), trajes blancos, sombreros chicanos y ejecución impecable. Un divertimento para integrantes y público. YSI
El exlíder de Novedades Carminha asumió la responsabilidad de cerrar la última jornada empezando con uno de los temazos del curso: “Se acabó la broma”. Acompañado por la banda Los Cubatas, quienes hicieron honor a su nombre saludando al público con sendas bebidas en la mano, el gallego empezó algo indispuesto. Su primer disco en solitario no terminaba de cambiar el ánimo de los presentes. Sin embargo, su funk-pop festivo tiene amplitud de recursos y no dudó en rebuscar en el armario de su antigua banda para incidir en la euforia requerida para esas horas. Lo consiguió “Con te quiero igual” y especialmente con ese “Cariñito” con el que logró la comunión total con los resistentes a la claudicación final. Su remontada siguió con flirteos con el rap gallego y un mix dance de temas verbeneros con el que dieron entrada a su propia “Verbena”. Una fiesta que también terminó antes del horario prometido, unos veinte minutos antes de las cinco, dejando al público desatendido y con ganas de más estímulos. MM