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i el mundo ha necesitado en algún momento una apuesta por el romance radical, es ahora. La pandemia nos llevó a cuarentenas forzadas y sentenció a muchas personas a semanas y semanas sin contacto humano significativo. Como suele decirse, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes… Así que resulta totalmente comprensible que muchos resurgieran de las cenizas de la COVID como un ave fénix que había aprendido la lección: no dejes para mañana los contactos humanos que puedas tener hoy. Relaciónate por encima de tus posibilidades y, sobre todo, cultiva los lazos con aquellos a los que ames, ya sea de forma romántica o en cualquier otra variante amorosa.
Ahora bien, si hace unos meses me hubieras preguntado qué artista iba a marcarse un disco sobre el romanticismo radical, te aseguro que Fever Ray no me habría cruzado por la cabeza. Ni de coña. Sin embargo, ahí está lo interesante: el tercer disco de Karin Dreijer en solitario se titula “Radical Romantics” (Rabid-[PIAS] Ibero América, 2023) y es una disección del mito del amor romántico bajo la perspectiva intelectual, queer y a la vez cachonda de su artífice. ¿Cómo entender, si no, que en la portada de un trabajo sobre esta temática aparezca un personaje que es algo así como el Riff Raff de “The Rocky Horror Picture Show” (Jim Sharman, 1975) pero en clave Vengador Tóxico posapocalíptico?
Tras explorar la espiritualidad del nuevo siglo en modo aquelarre de brujería posmoderna con “Fever Ray” (Rabid, 2009) y de coger diferentes géneros de la electrónica para encapsularlos en los diversos personajes y canciones de “Plunge” (Rabid, 2017), Karin Dreijer opina que es momento de hablar del amor. Porque es necesario. Y también porque es divertido, anticapitalista y urgente. Para ello, por cierto, ha colaborado con diferentes coproductores entre los que destaca la (esperada) reunión con su hermano Olof, con quien no trabajaba desde que decidieron desmantelar The Knife tras la publicación de “Shaking The Habitual” (Brille, 2013).
Hay muchos hilos de los que se puede tirar para abordar el análisis de un disco como “Radical Romantics”. Mi cabeza hierve en mil referencias y posibles temas sobre los que charlar… Y, sin embargo, desde el momento en que aparece en la ventanita de Zoom de la pantalla de mi ordenador, Karin impone a nuestra conversación una tranquilidad aplastantemente nórdica. Con su aspecto agender de sudadera y beanie en color negro, Dreijer se toma su tiempo no solo antes de responder cada una de mis preguntas, sino a veces incluso en medio de sus propias respuestas. Nuestras diferencias se hacen patentes: lo mío es un chorreo mediterráneo del tipo “dilo y arrepiéntete más tarde”; mientras que lo suyo es meditar antes de soltar ni una sola palabra. Así no hay nada de lo que arrepentirse.
Y, oye, no arrepentirse de lo que has dicho es algo mucho más que deseable durante una entrevista con un total desconocido. Así que toca desacelerar, darle a Karin su espacio y, simple y llanamente, disponerme a disfrutar de una conversación pausada pero cálida, lejos de lo temperamental pero acogedora desde el minuto cero.
Empezaste a trabajar en “Radical Romantics” en otoño de 2019, justo al acabar la gira de “Plunge”. Y me sorprende porque, en mi cabeza, tus procesos de grabación tienen que ser superduros, largos y profundos. ¿No necesitas cierto tiempo para limpiarte mentalmente antes de meterte en la grabación de un nuevo disco?
Bueno, en verdad me tomé medio año de descanso.
¿Y eso es suficiente?
Realmente fue un poco más, porque construimos un estudio nuevo para la grabación (se ríe). Olof se marchó de Berlín y se mudó de vuelta a Estocolmo. Entonces encontramos un lugar en el que construir nuestro nuevo estudio. Fue un tipo de trabajo completamente diferente: estuvimos trabajando con material de construcción.
Eso suena divertido. Y también parece una forma perfecta de despejar la cabeza antes de grabar un álbum.
La verdad es que he tenido muchos pero que muchos estudios en Estocolmo. Olof estuvo en Berlín durante doce años, y en ese tiempo construyó allá tres estudios diferentes. Siempre ocurre igual: de repente encuentras algo en tu sótano y construyes un estudio, pero después de dos o tres años tienes que irte. Aun así, creo que nos vamos a quedar durante más tiempo en este nuevo.
Recuerdo que, durante la grabación de “Shaking The Habitual”, tú y Olof os hicisteis la mayor parte de instrumentos a partir de materiales que teníais por casa. Es como si construir cosas fuese parte de tu proceso de creación.
Creo que hacer algo así es importante para ir cambiando y para no estancarse. Y, claro, también me gusta construir cosas. Yo voy haciendo cositas pequeñas, pero Olof sí que construye los estudios de arriba abajo. Además, como todavía tenemos nuestro sello discográfico, hay mucha labor administrativa que hacer. Al final es bueno hacer cosas tan diferentes. Ahora saldré de gira durante un año más o menos, ya veremos. Y eso también es diferente porque hace cinco años del último tour, así que es agradable. Son diferentes ciclos.
Mucho ha ocurrido desde 2019. Tus discos siempre reflejan muy bien el tiempo en que son creados, ya sea política, social, intelectual, sexualmente o en cuestiones de género. ¿Cómo han influido estos últimos años en “Radical Romantics”?
En estos años hemos vivido la pandemia… Aunque en Suecia no hicimos cuarentena. Se nos pidió que trabajáramos desde casa, pero podíamos venir al estudio andando o en bici, así que venía aquí cada día. Estoy muy agradecide por eso. Pero fue un tiempo de sentir mucho aislamiento. Ya sabes cómo fue. Fue un tiempo muy extraño, incluso claustrofóbico. Te preguntabas: “¿Voy a estar atrapade en esta habitación durante mucho tiempo más?”. Y también hubo mucho tiempo para pensar y reflexionar. Al considerarlo ahora, digo que “Radical Romantics” es un disco de amor que en verdad no tiene canciones de amor. En este tiempo de reflexión, me he dado cuenta de que lo más importante para poder enamorarse y amar y preocuparse por la gente a tu alrededor es descubrir qué es lo que necesitas. ¿Cuáles son mis necesidades para poder tener relaciones con otras personas? Tuve mucho tiempo para pensar en esto.
Pero he leído que el disco va no solo sobre el amor, sino sobre el mito del amor. Y eso es muy interesante porque en la comunidad queer hemos crecido pensando que el amor no era para nosotros, que éramos bichos que no merecían ser amados y que nunca podríamos tener una relación en público. De una forma u otra, nos prohibieron el amor romántico. Por eso parece tan necesario que, aquí y ahora, un disco como el tuyo reivindique ese amor romántico desde una perspectiva queer.
Mi intención es diseccionar el mito del amor romántico. Porque todo lo que ves o lees en películas y libros y en la cultura en general es muy heteronormativo y, a la vez, muy capitalista. He estado leyendo mucho a bell hooks, que escribió el libro “Todo sobre el amor. Nuevas perspectivas” (2000) hace veinte años. Y creo que ella escribe muy bien sobre esto: hooks dice que el amor es un verbo, una acción. El amor es algo que hacemos y no un sentimiento. Y eso es algo que me parece muy importante. Porque, ¿qué significa realmente decirle a alguien “te quiero”? Si realmente quieres a alguien, hay muchas cosas que vienen con el amor: los cuidados, el compromiso… Hace falta mucho tiempo para amar. El acto de amar entonces se convierte en algo bastante anticapitalista, porque primero tenemos que conocernos mejor, descubrir qué necesitamos para amar a los demás y para recibir amor, y ese tiempo para conocerse es algo que no existe en nuestra cultura. Ese es el amor como acción anticapitalista. Lo realmente radical es descubrir tus necesidades y comunicarlas. Además, preocuparse de forma real por otras personas es algo difícil, ya que implica ponerse en una posición muy vulnerable, lo que mucha gente, sobre todo la gente joven, no está dispuesta a hacer. Y bell hooks también escribe sobre esto. Dice que la nueva generación no estará dispuesta a arriesgar lo necesario para ser vulnerable, porque da miedo, porque te arriesgas a que te hieran. Te arriesgas a sentir dolor.
Todos estos pensamientos me hacen pensar en un autor que he leído mucho últimamente, Manuel Puig, y cómo reivindicaba en los años ochenta ciertas manifestaciones culturales que se percibían como femeninas, como la telenovela o la novela romántica. Lo que él pretendía era reformularlas en clave de alta cultura.
Pero ¿quién decide qué es alta cultura ahora? Creo que es muy interesante observar lo que ha ocurrido durante la Historia… Lo romántico todavía se percibe como algo de bajo estatus. Además, lo que realmente me parecía divertido en “Radical Romantics” era hablar sobre amor más que sobre romance. Hablar de sentimientos fuertes e intensos… ¿Qué haces con ellos? ¿Cómo los traduces en acciones? ¿Cómo cuidas de ti y de los demás? Puede que el mito romántico sea una forma de alejarte del cuidado real, ya sea de tu comunidad y de ti, porque tienes que ser capaz de cuidar de ti para poder cuidar de tu comunidad. Es muy difícil. También es algo peligroso para la sociedad, porque si todo el mundo se preocupara de sí y de la gente a su alrededor, entonces la revolución ocurriría más fácil y rápidamente.
Es curioso que digas que hablar del amor te parece divertido, porque en Fever Ray siempre hay un componente de diversión.
Sí, la diversión es muy importante. Es algo de lo que hablo mucho con Martin Falck, con quien hago los visuales. Es fácil dejarse llevar por las viejas tentaciones del deseo, la atracción, cosas que pueden ser muy tóxicas. Y lo sabes. Sabes que lo más sano sería decir que no a algunas de estas cosas, aceptar qué estás buscando realmente y qué es lo que realmente necesitas. La diversión en el amor también es un poco complicada. A veces necesitas parar y preguntarte si algo que es divertido ahora también va a serlo a la larga. Hay muchas cosas que son divertidas aquí y ahora, que son divertidas durante cinco minutos, pero a veces tienes que decir que no a estas cosas para conseguir una diversión a largo plazo. Para ello hace falta tranquilidad y reflexión. Y mucha gente no tiene tiempo para eso.
Con los clips que ya se han visto es difícil intuir por dónde va a ir la narrativa visual de “Radical Romantics”. Por ahora es como si te estuvieras desdoblando en diferentes personajes.
Veo a esos personajes más como emociones que como personajes. Es más un estado mental de un narrador. Seguirá evolucionando. Hay diferentes caras de una persona, y algunas de esas caras son intensas. Habrá más personajes.
Lo difícil va a ser llevar eso al directo, porque no podrás interpretar a todos los personajes a la vez…
(Se ríe). Sí, eso va a ser difícil. Voy a tener que elegir un único personaje. Es un poco complicado porque, además, vamos a tocar canciones de los tres discos de Fever Ray, así que mi personaje tendrá que ser alguien que pueda representar esos tres álbumes. Me encanta hablar como si ese personaje no fuera yo, sino otra persona.
Cambiando de tema y centrándonos en el disco, ¿cómo ha sido trabajar con Olof de nuevo?
Ha sido fácil y divertido.
Según lo que soléis decir en entrevistas, tiene pinta de que os lo pasáis muy bien en el estudio…
Bueno, hay días muy difíciles en los que te tienes que forzar a recordar los días buenos. Los dos somos muy lentos. Puede que él sea incluso más lento que yo: siempre quiere probar muchas formas diferentes de hacer exactamente lo mismo. Por ponerte un ejemplo, tenemos una melodía MIDI en loop y la pasamos a través de diez sintetizadores diferentes, cada uno con sus propias combinaciones de botones, de tal forma que al final nos quedan horas y horas de una misma melodía. Entonces hay que volver atrás y tomar decisiones. No se me da bien tomar decisiones. Soy peor que él. Cuando trabajamos, al final es un poco: “Oh, ahora tenemos doscientas cincuenta versiones diferentes de un mismo sonido”. Yo no tengo paciencia para estas cosas y hay días que siento que no vamos a acabar nunca. Entonces él me viene superserio y me dice: “Karin, creo que nada de lo que hemos hecho es bueno”. (Vuelve a reír). Y yo le digo: “Vale, pues entonces no habrá disco”. (Se ríe más todavía). No es un buen proceso de creación, porque realmente estamos solos y a veces es como una espiral. Por eso, en este caso en concreto, agradezco que al final haya habido otra persona más en el proceso, Johannes Berglund, que se ha ocupado de las mezclas. Él nos dio una nueva perspectiva, y eso es genial.
Has colaborado también con diferentes productores. ¿En qué te has basado para elegir a unos y otros?
Me gusta mucho la música de Nidia y de Vessel. Con los dos han sido procesos realmente divertidos. Y lo de Trent Reznor y Atticus Ross… Resulta que soy muy fan de “Watchmen”, para la que hicieron la banda sonora. He visto tres veces la serie. Son muy buenos creando atmósferas y sonidos, así que les pregunté si querían hacer algo en dos de las canciones del disco. Pero, como esto fue durante la pandemia, no llegamos a reunirnos con ninguno de todos estos productores, excepto con Olof. Con los demás lo único que hicimos fue enviarnos archivos online.
Y ahora que has vuelto a colaborar con Olof, ¿cómo crees que va a evolucionar vuestra relación? ¿Tenéis planes de seguir trabajando juntos o ni os lo habéis planteado?
No nos lo hemos planteado, la verdad. Que pase lo que tenga que pasar… (se ríe). No me gusta hacer planes. Cuando comience la gira será cuando empiece a pensar en el futuro. Además ahora todo es diferente. Hace un tiempo tenías que planear la gira con dos años de antelación. Era una locura, porque yo no sé qué voy a estar haciendo de aquí a dieciocho meses. Pero ahora vivimos en un mundo muy diferente en Europa, con la guerra en Ucrania y la inflación. No sabemos qué va a pasar con la economía, así que hemos vuelto a una situación en la que no puedes hacer planes a la larga. Sé que estaré girando hasta agosto… Y luego ya no sé nada (risas). Si la gira es divertida y todo va bien, supongo que me gustará hacer algunos shows más el próximo invierno. Pero no sé.
Cerrando ya: tal y como hemos estado hablando, “Radical Romantics” va del mito del amor y de la posibilidad del romance, y hay que reconocer que esto es algo que en la comunidad queer llevamos regular. No somos muy buenos con las relaciones románticas. Así que tengo que preguntar: ¿cómo vas de amores?
¡Mi vida amorosa es un desastre!
¡Bienvenide al club!
He estado en tantas formas diferentes de relación a lo largo de todos estos años… Y ahora ya sé que lo más importante para mí son mis amistades. Las valoro mucho y veo a muchos de mis amigos más cercanos como familia. Esa es la gente con la que viajo y vivo la vida. Pero, en cuanto a relaciones románticas, me ha costado mucho llegar a aceptar qué necesito para sentirme segure. Ahora por fin lo sé, al menos un poquito. Eso es lo más importante: descubrir cuáles son tus necesidades, aceptarlas y comunicarlas. A veces puedes sentir que estás siendo demasiado exigente o que te van a odiar si dices determinadas cosas… Sé que en la cultura queer es muy popular lo de las relaciones abiertas, pero yo no creo que haya una jerarquía en la que unas relaciones sean las mejores o las más queer. Cada uno funciona de forma diferente porque todes somos muy diferentes. Además, tener una relación abierta o una relación poliamorosa implica que necesitas mucho tiempo para la comunicación.
Y mucha energía.
Exacto. Son muchas cosas. Valoro mucho las relaciones cercanas y profundas. Con mis amigues, por ejemplo, no quiero salir y tomar una cerveza. Lo que quiero es que pasemos dos días cocinando, comiendo, saliendo, durmiendo… Ese tipo de relaciones son las que me gustan. Así que, para mí, personalmente, es muy difícil tener relaciones abiertas porque me gusta pasar mucho tiempo con mi pareja.
Pues entonces ya solo me queda desear que te vaya bien en el amor…
Sí… ¡Eso espero! (Termina entre risas). ∎