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El futuro que ya fue. Foto: Pablo Asenjo
El futuro que ya fue. Foto: Pablo Asenjo

Concierto

Kraftwerk, nostalgia del futuro

Anoche en la Plaza de España de Sevilla, dentro de la programación del festival Icónica, Kraftwerk ofreció el primero de los cinco conciertos que protagonizará en suelo español durante este verano. Un espectáculo audiovisual que no por conocido deja de remover a quienes tengan la suerte de presenciarlo. Próximas y recomendables citas con los hombres-máquina este mes de julio: festival Pirineos Sur en Lanuza (21), el festival Alicante Goldest (26), el Universal Music Festival de Madrid (27) y el festival Jardins de Terramar en Sitges (29).

04. 07. 2023

A la altura de “Spacelab”, en las pantallas se veía la imagen de una nave espacial bastante kitsch sobrevolando una foto de la Plaza de España de Sevilla, joya arquitectónica de 1929 –período de entreguerras– con la que se evidenciaba lo que mi compañero Luis Lles definía como el carácter agitprop con que deberían interpretarse los conciertos de Kraftwerk en la actualidad. Esto es, el juego de la banda, su imagen y su legado, dentro de un contexto determinado.

La banda de Ralf Hütter –único superviviente de la formación original, aunque eso sea poco relevante para el público que asista a sus conciertos– es, básicamente, una pieza de museo que, en un ostentoso montaje audiovisual, rinde autohomenaje a sus (increíbles) logros. Es un concierto de música, sí, aunque en el cuarteto al que vemos –la magia del número 4, presente en Kraftwerk desde la época de “Autobahn”, en 1974– no se reconozca realmente a nadie ni tampoco parezca realmente importante. Son cuatro individuos con trajes de luces reflectantes que adquieren diferentes colores, mientras que las pantallas muestran toda la información narrativa que necesitamos: un recorrido por lo mejor de la discografía de una banda que lo cambió todo, plasmada en el diseño gráfico, el audiovisual y una iluminación que se hace cómplice con el entorno. El mensaje, como diría 091: ¿qué fue del siglo XX? O, pensado de otra manera, una celebración nostálgica de cómo Kraftwerk imaginó un futuro que ya ha pasado.

Alienígenas en Sevilla. Foto: Pablo Asenjo
Alienígenas en Sevilla. Foto: Pablo Asenjo

Y, aunque en sus remezclas en directo de sus antiguos temas parezca que haya una voluntad de discurrir al compás de los tiempos, sin duda prevalecía esa idea de la retromanía. El repertorio del concierto en Sevilla, primero de los que ofrecerán en España durante este mes, era calcado al de su anterior visita –el festival Cala Mijas, en septiembre del año pasado– y, asimismo, muy poco diferente al que vienen presentando en sus shows convencionales desde 2004, el inmortalizado en su disco en directo “Minimum-Maximum” (2005) tras la publicación de “Tour de France Soundtracks” (2003), su último disco con temas nuevos hasta la fecha. El mayor atractivo era cómo ilustraban sus temas y plasmaban narrativamente el homenaje a su legado.

Y con “Numbers” y “Computer World” comenzó la ceremonia, una reivindicación de aquella idea visionaria de cómo los algoritmos, y muchas cosas más, iban a influir en nuestras vidas presentes. Tras las imágenes de la Tierra vista desde el espacio –y la geolocalización de Sevilla, probable único guiño local de cada concierto– en “Spacelab”, llegó el momento relativamente mustio de “Airwaves” como anticipo de todos los momentos álgidos que iban a venir. Los colores rojo y negro y un arsenal de imágenes autorreferenciales dieron la bienvenida a “The Man-Machine”, y de ahí en adelante, la celebración museística de uno de los repertorios más sublimes de la historia de la música popular. Las primeras plasmaciones de ello, en “Electric Café” y una “Autobahn” ilustrada por imágenes como de videojuego vintage y alguna animación con el Volkswagen escarabajo como encarnación de la vida cotidiana en la Alemania herida tras la Segunda Guerra Mundial y que encontraba la luz en el futuro. En un momento, del transistor del coche emanaban notas musicales y se transmitía una sensación de felicidad inocente.

Y luego viene “Computer Love” y, tras su trasfondo utópico, el momento álgido de la noche con el encadenado de “The Model” con el videoclip original en las pantallas, “Neon Lights” y “Radioactivity”, probablemente sus tres hits más inmortales. Con esta última, la mejor de la noche, evidenciaron cómo se habían adelantado al futuro y se toparon con su lado oscuro. Sobreimpresionados en las pantallas de modo obsesivo, estos nombres, posteriores a la composición de la canción: Chernóbil. Sellafield. Harrisburg. Fukushima. Caracteres en japonés. Stop radioactividad. Contamina a la población. Una lectura política mucho más explícita de lo que se podría esperar de los Kraftwerk de los años setenta. La puesta en escena, para quien lo quisiera ver, transmutada en iconografía del terror.

Pura historia electropop. Foto: Pablo Asenjo
Pura historia electropop. Foto: Pablo Asenjo

Luego llegó la sección “Tour de France”, ilustrada con imágenes en blanco y negro de los comienzos de la grande boucle y la más clara plasmación del encuentro entre el hombre y la naturaleza. Hermosas imágenes de archivo entre ruidos de respiración y melodías sintéticas. De ahí, a otra utopía europeísta, la de “Trans-Europe Express”, derivando hacia sonidos industriales en la fusión con “Metal On Metal” y “Abzug”, culminada en las pantallas con otro homenaje a la iconografía kraftwerkiana: “A Kling Klang Music Film”.

A estas alturas, supongo, a nadie le importaba lo más mínimo saber quién de los cuatro era Ralf Hütter, qué es lo que cada uno hacía en su posición, con aspecto de muy concentrados, y que las voces fuesen lanzadas desde algún lugar (nadie cantaba, en el sentido de mover la boca e interpretar ante un micro). Por mucho que hablemos de una ceremonia nostálgica, si Kraftwerk eran rupturistas en 1970, lo siguen siendo en 2023. Eso sí, fue un poco decepcionante que en “The Robots” no sacasen al escenario a los robots-réplica de los músicos como antaño y los reemplazasen por unos visuales que no estaban a la altura. En realidad, a partir de “Trans-Europe Express” la narrativa del show fue levemente descendente. No solo por ellos: en “Planet Of Visions” reivindicaron la conexión entre Alemania y el techno de Detroit, pero el público estaba más por lo contemplativo que por bailar. Y luego llegó la despedida sin sorpresa, con “Boing Boom Tschak”, “Techno Pop” y “Music Non Stop”, mientras los músicos-operarios iban despidiéndose y abandonando el escenario paulatinamente, uno a uno. Como diciendo que la música los sobrevivirá a todos ellos y que no es nada descabellado que la próxima gira de Kraftwerk la hagan unos hologramas o una IA, preservando el legado de la marca, y que siga acudiendo nuevo público dispuesto a emocionarse y dejar que su vida cambie. Puede parecer poca cosa, pero un simple concierto de Kraftwerk en cualquier lugar y cualquier momento da para una clase de historia social, arte y cultura de los dos últimos siglos, por no hablar de un repertorio musical sin mácula. ∎

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