Cabría suponer que la vida en verano es lo que pasa entre festival y festival, pero en realidad es un intervalo muy corto que media entre colada y colada. La única ventaja de la ola de calor es que la ropa se seca en el día incluso en el norte peninsular porque, de lo contrario, no hay ni vestuario ni cuerpo que resista el frenesí de una temporada que está más solicitada que la de la familia Bridgerton. Y eso que ellos no se ocupaban personalmente de las tareas domésticas. Por más que repito el mantra de que es imposible llegar a todo, el ansia por recuperar el tiempo perdido no deja un minuto libre. Sí, también para quienes están de vacaciones. Conclusión: hay que tomar decisiones y repartirse.
Busquemos un ejemplo al azar, un domingo de julio cualquiera, como el de ayer. En la misma noche y en la misma ciudad, Vigo, sin contar la letra pequeña de la agenda, coincidieron la gira de despedida de Joan Manuel Serrat en el Parque de Castrelos (con Eva Amaral de invitada sorpresa), el soul vintage de Leon Bridges en el Palacio de Congresos por primera vez en Galicia y la elegancia de Dean Wareham en la sala Radar para conjurar la morriña de las brumas románticas de los inolvidables Galaxie 500. Tres propuestas apetecibles que llegaban a través de la programación municipal, de un ciclo auspiciado por el Xacobeo y de una sala. Estas últimas siguen existiendo de junio a septiembre, por cierto.