Álbum

Eparapo

Take To The StreetsWah Wah 45s, 2023

Eparapo es una palabra yoruba que significa “unir fuerzas”. También el título de un tema de Tony Allen y ahora el nombre de un supergrupo británico-nigeriano de afrobeat que lidera el bajista y compositor Suman Joshi –puede alardear de haber tocado en directo, entre otros, con Tony Allen, Seun Kuti, Ginger Baker o Laura Mvula– en estrecha colaboración con su amigo y mentor Dele Sosimi. Sosimi es un teclista, cantante y compositor legendario en cuyo currículo figura haber tocado y ser director musical de nada menos que los grupos Egypt 80 de Fela Kuti y Positive Force de Femi Kuti, además de tener gran protagonismo en “Fela! The Musical” –que obtuvo un gran triunfo en Broadway– al frente de su banda Afrobeat Orchestra, donde también milita Joshi, un adalid de la nueva escena jazz londinense. Joshi fue determinante en el sonido del grupo Collocutor –con tres álbumes en el sello On The Corner– y contrabajista de la cantante, violinista y compositora Bev Lee Harling, con dos álbumes en Wah Wah 45s, sello independiente londinense en cuyo catálogo también destaca Dele Sosimi, con el álbum “You No Fit Touch Am” (2015) y los nuevos EPs y single “The Confluence” y “You Don’t Have To” que comparte con el grupo The Stuary 21 en el que participa Snowboy, un viejo conocido de la época del acid jazz.

De todos esos mimbres sale el sonido de Eparapo, cocinado con calma durante tres años. El primer single fue “Black Lives Matter”, editado en diciembre de 2020, en tiempos de brutalidad policial y supremacismo blanco. Con un sonido canónico que da gran protagonismo a los teclados, cadenciosos y groovies, Dele Sosimi aprovecha para explayarse en un manifiesto antirracista en el que combina un recitado próximo a la spoken poetry con momentos corales y un gran trabajo de la saxofonista Tamar Obsorn –además de liderar Collocutor ha tocado y grabado con Kelis, Van Morrison, Sarathy Korwar o el cambiante colectivo Africa Express–, que se luce al barítono al final de un tema que es respetuoso con Fela y a la vez aporta matices que se salen de su canon. La cara B es un “Who Invented Black And White?” que habla de identidad y de siglos de explotación con un ritmo y una elegancia totales, de nuevo con un mullido arreglo de teclados en perfecto contrapunto con la restallante sección de metal.

En 2021 llegó el single “From London To Lagos”, otra andanada de afrobeat, precisa, humeante y sudorosa en lo musical y despiadada en la lírica. Según explican, la letra se inspira en una charla de Roberto Saviano, que dio poco antes del referéndum del Brexit, en la que describía Reino Unido como el país más corrupto del mundo. Algo que les sirvió “para recordar cómo los líderes de los llamados países desarrollados, sufriendo de conveniente amnesia colonial, todavía señalan despectivamente al resto del mundo y hablan de ‘corrupción endémica’ y ‘repúblicas bananeras’. Mientras tanto, las ganancias mal habidas por los sindicatos del crimen organizado, las multinacionales corruptas y las juntas militares se canalizan a través de centros financieros como Londres”. Con el objetivo de “luchar contra un enemigo común en forma de ideologías corruptas y divisivas”, ceden el protagonismo del tema al delicioso Farfisa de Jessica Lauren, al piano eléctrico Rhodes de Kishon Khan y a la trompeta jazzística de Graham Flowers, abriendo el campo de la esencia afrobeat.

El álbum se inicia con “Follow The Money”, igualmente con Sosimi a la voz, propulsado como el resto del disco por la batería de Edward Wakili-Hick, buen discípulo de Tony Allen y con un surtido currículo que incluye el grupo Sons Of Kemet. Otro elemento destacado del grupo es Afla Sackey –Ibibio Sound Machine–, encargado de djembe, congas, clave y de ser la voz solista de “My Beautiful City”, a la que dota de un tono más afrosoul, mientras que una guitarra eléctrica culmina la faena en clave afrorock.

Completa el disco la titular “Take To The Streets”, una jam de once minutos que empieza con el saxo barítono graznando imperturbable en clave jazz, antes de dar entrada a un mood más cercano a la música juju, gracias a una guitarra rítmica efervescente y a un teclado que introduce una completa catarsis afrobeat con la sección de metal tronando orgullosa, en unas cabriolas que no por más oídas dejan de resultar impactantes. Pero hay tiempo para todo, para ralentizar el tema y dejar lucirse al trompetista, en otra andanada jazzística que se acelera y calma para intercalar los clímax metálicos y los huecos para que se desfogue la percusión, en un dominio del tempo que les sirve para hilvanar a la perfección la fuerza bailable y rotunda del afrobeat con las formas de la música improvisada. ∎

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