Álbum

Ty Segall

HarmonizerDrag City-Popstock!, 2021

Ty Segall se mudó a Topanga hace aproximadamente tres años. En este enclave de larga raigambre rockera cercano a Los Ángeles ha fijado residencia y ha construido Harmonizer, un estudio de grabación anejo a su vivienda. Ha optimizado el diseño de los distintos espacios con ayuda del ingeniero y productor Steve Albini, todo un experto en la materia. Y los ha equipado con la mejor ambrosía analógica a su alcance, dispuesto a seguir el camino de experimentación sonora que caracteriza una discografía amplísima, en la que hay sitio para todo.

En este nuevo disco, el músico californiano canaliza su irrefrenable pasión por los procesadores Harmonizer con un repertorio henchido de carga voltaica y generoso en saturaciones. Segall utiliza esos cacharros de impronta mítica para reflexionar sobre la naturaleza de la armonía y para hacer su propia especulación estética al respecto de la misma. Lo mejor del asunto es que no se deja llevar por la mera divagación en torno a los materiales que intervienen en la inventiva artística y su probable influjo en los resultados de dicho proceso creativo. Tiene claro que ha venido a hacer canciones que merezcan la pena. Y en “Harmonizer” encontramos unas cuantas.

Quienes conozcan la obra del rubiales van a encontrar bastantes argumentos para renovar votos de antaño, aunque matizados por un aliño sonoro y rítmico de tinte electrónico sabiamente engarzado en los pentagramas. La escucha con cascos –más que recomendada aquí– potencia las cualidades de canciones como“Whisper”, confeccionada con el patrón de glam rock clásico que el de Laguna Beach acostumbra a bordar desde hace tiempo y que suele incluir en la mayoría de sus trabajos. En el tema titular termina emergiendo ese guitarrista incisivo y sanguíneo que tanto gusta a sus seguidores. “Waxman” conecta por vía directa con el paleo-metal setentero que viene acuñando en el grupo Fuzz. “Feel Good” –con su esposa Denée frente al micro en acertado ejercicio de distancia y contención– nos sorprende mucho más, porque se aproxima sin miedo al afterpunk sincopado de Gang Of Four. Y “Pictures” –con su estructura mutante que integra un laborioso trabajo de percusiones, electrónica y guitarras sin que nada chirríe– resume el espíritu de exploración e inconformismo de un disco que resulta más apetecible por los resultados que por sus estimulantes planteamientos. ∎

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