El sonido de la zona muerta. Foto: Timon Benson y Luc Jones
El sonido de la zona muerta. Foto: Timon Benson y Luc Jones

Radar

Blackhaine, danza negra para los no lugares

No hay demasiado margen de encaje para el multidisciplinar artista inglés. Rapero, coreógrafo y agudo observador de la más cruda realidad de la calle, Tom Heyes plasma en un sonido entre el drill, el noise industrial, el ambient y el spoken word una de las alternativas más feroces a la cultura mayoritaria británica.

Tom Heyes, Blackhaine, bailando para el vídeo de “Nauseous / Devilish”, de Vegyn, en la azotea de un aparcamiento en el centro de la ciudad. Vestigios de la puesta en marcha del brutalismo arquitectónico. Monstruos gigantescos de hormigón armado, restos de un urbanismo utópico, símbolos de ciudades sombrías y deshumanizadas. De estos entornos de desamparo y hastío surge este MC y coreógrafo, que toma su nombre artístico del negro de la desolación y el haine de ese sentimiento que la película “El odio” (“La haine”; Mathieu Kassovitz, 1995) retrató en una banlieue parisina: la pobreza y la violencia que marcan paisajes durante generaciones.

Como el paisaje del Lancashire natal de este artista multidisciplinar nacido en Preston y criado en el pequeño pueblo de Chorley, aunque ahora afincado en Mánchester. Un no lugar: zonas muertas, vacíos urbanos, allí donde el tejido social está más desgastado. Paisajes del mundo moderno sembrados de viejos almacenes abandonados, centros comerciales desiertos, parques de oficinas fantasma y aparcamientos que se caen a pedazos. La realidad circundante, el dónde y el cuándo como parte de nuestra vida, produjo en Blackhaine un arroyo de consciencia. Desánimo, desaliento y abatimiento, dos años de trabajo como guardia de seguridad en una estación de tren que Tom Heyes volcaba en versos hacia el anonimato, hasta que su excompañero de clase y ahora colaborador y productor habitual, Rainy Miller, lo animó a grabarlos.

El baile llegó en Blackhaine como algo natural y ya es una forma esencial de su expresión. Ha trabajado con Mykki Blanco y Flohio y sus particulares movimientos llamaron la atención de Kayne West, para el que colaboró tras noches de empalme y ensayos en una iglesia en ruinas de Gorton. La plaga del spice de finales de la pasada década, la “droga zombi” entonces legal que agravó todavía más la problemática de los sintecho que vagaban por el centro de Mánchester, inspiró parte de sus movimientos convulsionados y contorsiones.

Spoken word contra el sistema.
Spoken word contra el sistema.

Su primer EP, “Armour” (Fixed Abode, 2020), es una elocuente observación de las privaciones y carencias del noreste inglés, con canciones como “Blackpool” o “Black Lights On The M6”. Trip hop, noise industrial, ambient y espeluznantes beats de drill metálico acompañados de voces escasas y dispersas, conforman un decorado sonoro desolado y monocromático. Inhóspitas representaciones suburbanas desplegadas con un giro literario de oscuras reflexiones en spoken word. Puro “It’s Grim Up North” a lo The JAMs y su recitado de localizaciones de la mitad norte del país sobre un ritmo potente.

Neil Smith ha denominado “revancha urbana” el renacer de los centros de las grandes ciudades y el consiguiente desplazamiento de los autóctonos a causa de la gentrificación. Mánchester no vive ajena a la tendencia y sus nuevos inquilinos –más los eventuales visitantes– llegan a la ciudad deseosos de experimentar el glorioso legado pop de la ciudad. Parte de la escena alternativa local ha encontrado refugio en el enjambre creativo que es el White Hotel de Salford, punto de encuentro de artistas –a la vez que sala de conciertos, club y after– en el que han confluido Blackhaine, Rainy Miller, Space Afrika o W. H. Lung. Ellos, como Mandy, Indiana y su potente noise; Aitch y Meekz, con su hip hop; los punks Witch Fever y la cantante R&B Pip Millett huyen del cliché mancunian.

“Si se cruza el Irwell hacia Salford, encontraremos en la península que forma el río una ciudad de 80.000 habitantes que, propiamente hablando, es una de las grandes manos de obra del país. Quien pasa por ella ve suciedad y miseria”, escribió Friedrich Engels. Del pub The Crescent surgieron las primeras ideas de lo que sería “El Manifiesto del Partido Comunista” (1848), escrito por Engels y Karl Marx. Salford y no Dublín es el “Dirty Old Town” en el que Ewan MacColl esperaba a su amor junto al canal, luego popularizado por The Pogues. La ciudad de Tony Wilson, John Cooper Clarke y Mark E. Smith. De Howard Devoto, de Shaun y Paul Ryder, de Bernard Sumner y Peter Hook. En ella se levantó el movimiento sufragista femenino, y dice la leyenda que Guy Fawkes orquestó allí su complot para hacer saltar por los aires el Parlamento Británico.

En una de las estates –zonas de viviendas de protección oficial– que allí quedan en pie está ahora el hogar de Tom Heyes. Un lugar que fue la inspiración para su segundo EP, “And Salford Falls Apart” (HEAD II, 2021). Su sonido es todavía más duro, severo y violento, con producciones firmadas por Rainy Miller y Croww. Menciona a Death Grips, Joy Division, PiL o Evian Christ entre las influencias de un trabajo semiautobiográfico. La portada es su propia cama de hospital durante un ingreso, que aborda de nuevo la precariedad y el desapego.

Portada de “And Salford Falls Apart” (2021).
Portada de “And Salford Falls Apart” (2021).

Para su tercer y último EP hasta el momento, “Armour II” (Fixed Abode, 2022), de nuevo con Rainy Miller, Blackhaine se muestra más melódico y blando, sin dejar de poner su certero foco en la clase, la moralidad, la adicción y el fastidio. Más abierto a las colaboraciones, cuenta con la participación de Blood Orange e Iceboy Violet en “Prayer”, de Moseley en “Armour Freestyle” y de kinseyLloyd en “Waiting Room”.

Visceral sobre el escenario, Blackhaine trajó aquí su danza a una azotea de Barcelona en 2020. Volverá este junio para el Primavera Sound de la Ciudad Condal (día 1) y también actuará en el Primavera Sound de Madrid (día 8). ∎

Performance “Barcelona” (2020).
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