Diseño de sonidos. Foto: Oier Plaza Garcia
Diseño de sonidos. Foto: Oier Plaza Garcia

Entrevista

Aitor Etxebarria: “Haber dado a ‘El cuerpo en llamas’ ese tono sobrio es un atrevimiento”

Este compositor de Gernika no ha dejado de saltar pantallas con éxito: primero sorprendió con el alias electrónico y de baile El_Txef_A; después exploró sabiamente las fronteras difusas entre post-rock y clásica contemporánea, y últimamente invierte todo lo aprendido en inquietas bandas sonoras. La última, la del éxito de Netflix “El cuerpo en llamas”, con referencias a Nick Cave o Jóhann Jóhannsson. Hablamos con él sobre su carrera, sus métodos de trabajo y algunas intrigantes obras a punto de llegar.

Cuando lo conocimos, a finales de los primera década del siglo XXI, Aitor Etxebarria se hacía llamar El_Txef_A y se movía en el terreno de una electrónica de baile que daría paso a algo más cercano al home listening y un pop de arreglos sofisticados. La intimista banda sonora de “Markak” (Hannot Mintegia, 2017) le abrió las puertas de la editorial de Mute, bajo cuyo apoyo y atención empezó una nueva carrera como compositor para la pantalla y publicó el sorprendente Nihilism Part I. Compositions And Recordings From 2014 To 2019” (El Segell, 2019), colección de temas en la intersección de post-rock, clásica contemporánea y jazz. Siempre dispuesto a aprender, siempre necesitado de desafiarse a sí mismo, Etxebarria acaba de sorprender con su rico trabajo en “El cuerpo en llamas” (Laura Sarmiento, 2023), el incómodo thriller de Netflix sobre el “crimen de la Guardia Urbana”.

Según me contó el director Jorge Torregrossa en entrevista para ‘El Periódico de Catalunya’, compusiste la música de “El cuerpo en llamas” sin haber visto un minuto de metraje, trabajando a partir de referencias visuales y todo lo que él te pudo contar. Háblanos de ese proceso.

Es algo que me gusta hacer cuando hay tiempo. Leo el guion, pido referencias al director y empiezo a hacer cosas cuanto antes. En este caso se llegaron a montar test de cámara de actores con música original. Jorge me habló de la posible influencia de la ópera y me pasó fotos de localizaciones o elementos de vestuario y maquillaje. También hablamos de colores: amarillo, sí, por el fuego, pero un amarillo quizá no muy brillante, sino más apagado.

“En la escena del ‘tiene que ser hoy’ en la que deciden matar ya a Pedro, lo normal habría sido poner una música inquietante, dado que están haciendo algo malo. Pero nosotros recurrimos a algo más emocional. No era cuestión de empatizar con los personajes, sino de expresar una especie de liberación narrativa; el culmen de un suspense que se ha ido construyendo durante varios episodios”

El gran acierto de la serie es no caer en el amarillismo chillón.

Cuando sabes del proyecto, lo inevitable es pensar en algo muy diferente. Era una historia muy conocida en España, con una actriz protagonista que tiene tantos followers… Pero el tratamiento me ha parecido increíble. Estoy orgulloso de que se haya hecho algo así dentro de un contexto mainstream. Haberle dado ese tono sobrio, ese ritmo propio de un cine pausado, es un atrevimiento.

Y no se abusa realmente de la música…

No había mucho espacio para recrearse, ya sabes, el típico plano de dron. Hay una secuencia de operación sin voces, cabalgada con una escena de sexo, en la que la orquesta con la que grabamos pudo pillar entre cincuenta segundos y un minuto de espacio… O sea, casi nada.

¿Hay algún momento del que estés particularmente orgulloso?

Para mí el arte sin riesgo no es arte. Siempre hay que intentar pensar algo interesante. En la escena del “tiene que ser hoy” en la que deciden matar ya a Pedro (interpretado por José Manuel Poga), lo normal habría sido poner una música inquietante, dado que están haciendo algo malo. Pero nosotros recurrimos a algo más emocional. No era cuestión de empatizar con los personajes, sino de expresar una especie de liberación narrativa; el culmen de un suspense que se ha ido construyendo durante varios episodios. Acabó siendo la pieza más emocional de la serie.

Con vibraciones muy claras del Nick Cave de la época Ghosteen”, su disco de 2019. ¿Puede ser?

Totalmente. Yo estaba produciendo un disco al violinista Xavier Zeberio y empezaron a hacer unas líneas de viola que me inspiraron una melodía. Fue lo que acabó sonando en la banda sonora. Debe recordar a esa música de Cave por tener ese aire altivo y ser, a la vez, muy simple, porque son tres acordes. Evidentemente, es un artista que me encanta. Tuve la suerte de fichar por la editorial de Mute cuando él también estaba y tengo guardada una foto en la que sale mi nombre junto al suyo y el de Jóhann Jóhannsson.

En la órbita neoclásica.
En la órbita neoclásica.

Hay otros referentes que me vinieron a la cabeza oyendo tu música en la serie. Por un lado, están las cuerdas maltratadas de Trevor Gureckis en la serie Servant”, de M. Night Shyamalan.

Gureckis es un artista que me suena, pero tampoco lo he investigado demasiado. Me gusta su trabajo, pero tampoco he indagado en exceso. Cuando estoy trabajando en algo apenas escucho música en busca de inspiración clara. Intento alejarme un poco para no dejarme influir. Quien más me ha marcado en el tratamiento de las cuerdas es Laurie Anderson. Igual después lo que hago no tiene nada que ver, pero es alguien que me ha marcado, sobre todo por el disco “Homeland” (2010). Luego está, claro, Jóhann Jóhannsson. Todo lo que hizo me encantó y ha dejado huella en mi carrera.

¿Dirías que la parte de electrónica pulsátil de El cuerpo en llamas” también bebe de él?

Lo más Jóhannsson de esta banda sonora deben ser los coros. Yo quería evitar, aunque era complicado, ese estilo de música de thriller con un bajo muy marcado. Mi idea era buscar eso a través de vientos retorcidos. La pieza centrada en la moto (se refiere a “Furioso - Allegro Prestissimo con Fuoco”) se basa en vientos casi desafinados, pero con un pulso muy claro. He intentado darle un frenetismo único, que no fuera estándar.

Lo tuyo no fue un cambio brusco de la pista a la banda sonora; ya en “We Walked Home Together”, disco de El_Txef_A que publicaste en 2014, por ejemplo, buscabas momentos más plácidos y de aires cinematográficos. E incluso antes, en un tema como “In”, de “Slow Dancing In A Burning Room”, otro disco de El_Txef_A, este publicado en 2012, destacaba el uso de la cuerda. Los elementos que ahora son tu principal materia prima llevan tiempo estando ahí.

Sí, sí, es verdad. A mí siempre me ha gustado de todo. Estudié percusión clásica y piano. Durante la pandemia aproveché para hacer un máster en composición de Berklee. Pero incluso cuando hacía electrónica, grababa cuartetos de cuerda. En los primeros discos ya sonaban orquestas junto a los beats. Si les quitas los bombos, te salen piezas de bandas sonoras. Pero lo cierto es que me gusta aprender, mejorar mis capacidades. Eso me ha dado problemas para tocar, porque la gente no sabe muy bien en qué onda estoy en cada momento y qué podría hacer. Por suerte, ahora mismo me da igual tocar o no, porque estoy muy cómodo con las bandas sonoras.

“Me llamaron para hacer la banda sonora de ‘Markak’. La escuchó la mujer de Daniel Miller, fundador de Mute, y me preguntó si tenía editorial o alguien que me llevara.Mi pareja es Daniel Miller’, me dijo… Yo pensaba:Madre mía’. Utopía absoluta. Fiché por ellos y me pusieron en el apartado de bandas sonoras junto a Max Richter, Jóhann Jóhannsson y Nick Cave y Warren Ellis. Yo estaba flipando”

¿El viraje hacia el bandasonorismo fue también una cuestión práctica? ¿Te diste cuenta de que haciendo música por encargo podía ser más fácil ganarse la vida?

Es algo que vino bastante de sopetón. Había estudiado cine con 19 años. Luego empecé a tocar y tocar y entonces me llamaron para hacer la banda sonora de “Markak”. Por esa música cambió todo. La escuchó la mujer de Daniel Miller, fundador de Mute, y me preguntó si tenía editorial o alguien que me llevara. “Mi pareja es Daniel Miller”, me dijo… Yo pensaba: “Madre mía”. Utopía absoluta. Fiché por ellos y me pusieron en el apartado de bandas sonoras junto a Max Richter, Jóhann Jóhannsson y Nick Cave y Warren Ellis. Yo estaba flipando. De ahí me vino el trabajo de una película en Londres (es “Mirrors Of Sound”, de Natalie Kadas, que compuso junto a la percusionista Evelyn Glennie) y una serie vasca (aquí habla de “Bocas de arena”). De esta salté a “Intimidad” y he ido acumulando experiencia. Tengo mucha más estabilidad económica que antes y eso me permite también hacer la música que me dé la gana. La opción de hacer un disco siempre está ahí.

¿De modo que tienes en mente publicar también algún trabajo solo inspirado por tus propias ideas?

Ahí ando, ahí ando. Estuve trabajando con Evelyn Glennie y fuimos a hacer un workshop en su estudio del que salió un montón de material. Estamos pensando en sacar una frikada, casi como una colección de ensayos, un disco sobre el proceso creativo. Lo de hacer un nuevo “Nihilism” no me lo planteo de momento. Tengo mucho borrador que voy haciendo, eso sí.

Hasta ahora, te habías movido en proyectos más o menos dramáticos, siempre con un aire de cierta gravedad. Pero te has atrevido con una comedia: la serie Mentiras pasajeras”, coproducida por El Deseo y que se estrena el 9 de octubre en SkyShowtime. ¿Cómo ha ido este desafío?

Es la primera serie producida por Pedro Almodóvar. Que me llamaran de El Deseo para hacer una serie con Elena Anaya… En fin, increíble. Es comedia, pero me la he llevado un poco a mi terreno. Me ha quedado una banda sonora bastante excéntrica. Todavía no he hablado de esto y no puedo comentar la serie, pero hay desde arpas y congas a baterías de jazz frenéticas o coros muy locos. Ha habido libertad total para hacer algo con personalidad. ∎

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