Serie

Barry

Bill Hader y Alec Berg(T3, HBO Max)
https://assets.primaverasound.com/psweb/sv16ci4tuinwxygsuzx7_1656423719847.jpg

Bill Hader es uno de los cómicos más impresionantes de nuestro tiempo. Algo evidente para cualquier espectador de ‘Saturday Night Live’ durante sus años (2005-2013) en el show, y que el prolífico actor ha demostrado con apariciones en incontables títulos de cine y televisión de las dos últimas décadas. “Barry” (2018-)creación propia junto al no menos superlativo Alec Berg: guiones para “Seinfeld” (Larry David y Jerry Seinfeld, 1989-1998), “Curb Your Enthusiasm” (Larry David, 2000-) o el programa de Conan O’Brien llevan su firma– aprovechó esa imagen para romperla en la primera temporada mediante un tono de comedia negra con ráfagas de violencia capaces de dejar un tiznado severo en el alma. Hader, conocido por su histrionismo chispeante y facilidad para las voces exageradas, interpreta con una inamovible frialdad inexpresiva al personaje titular, un exmarine reconvertido en asesino a sueldo que quiere dedicarse a la actuación. Así planteado, el argumento de “Barry” no podía ser más goloso en un ecosistema proclive a aclamar ficciones protagonizadas por personajes de comportamiento deleznable y carisma arrollador, cuya valoración como fantasía de poder suele trascender los dilemas morales que plantean. ¿Un asesino infalible que también va a clases de arte dramático? Suena a plan de tarde ideal para fans de Tony Soprano, Walter White, Don Draper o Thomas Shelby.

Pues no. La segunda ruptura de “Barry” fue rechazar el camino fácil hacia una posible redención, lo que sería el arco argumental básico de cualquier protagonista de conducta reprobable. Por mucho que Barry intenta escapar del mundo del crimen y las trifulcas entre mafias exóticas, la segunda temporada dejó claro que ese tránsito breaking good no solo no iba a ser sencillo, sino quizá nunca posible. En la tercera temporada, la más radical hasta la fecha, asistimos ya de lleno a la disipación del hipotético camino redentor y del propio protagonista en un entramado de líneas narrativas y personajes disgregados que apenas llegan a rozarse (¿consecuencia de una producción en contexto de pandemia?). Asimismo, el humor siempre presente como contrapunto a escenas de gran crudeza también se ha radicalizado. “Barry” nunca ha sido una comedia amable, pero ahora combina gags desmadrados con impactos dramáticos de forma agresiva. Es quizá la primera vez que vemos una serie donde la comedia es más gratuitamente explícita que la violencia; dos momentos cumbre muy sangrientos del octavo episodio se apoyan en el off visual jugando con el sonido de manera opuesta e ingeniosa.

https://assets.primaverasound.com/psweb/uhjwqjkem3ak50dn7plw_1656423904409.jpg
Esa es la tercera ruptura de “Barry”: la disolución del protagonista como ente dramático, reemplazado por una puesta en escena que absorbe la energía emocional del relato a medida que este se oscurece. En los dos últimos episodios, dirigidos con mano aplicada por Hader, quien firma cinco de los ocho de la temporada, ya ni suena la fanfarria exultante que acompañaba la aparición de la cartela con el título de la serie. En su lugar hay silencio. Lo que fue una historia de humor negro con violencia cómica se ha difuminado y en el borrón aparece una descarnada exploración de las consecuencias que tienen los actos de los personajes: las víctimas de Barry buscan venganza mientras él anhela el perdón de Mr. Cousineau (Henry Winkler añadiendo otro papel icónico a su carrera), el amor de NoHo Hank (Anthony Carrigan) causa un movimiento sísmico en la mafia boliviana, los golpes de efecto repentinos marcan la subtrama de Sally (Sarah Goldberg) donde Hader y Berg aprovechan para volcar todo su vitriolo sobre los temas más candentes en el mundo del entretenimiento, etc. La vida se ve como una imparable cadena de acciones causales, donde cada acto tiene un efecto sobre los demás y en cuyo torrente estamos atrapados y considerablemente asustados (igual que durante una incorporación al tráfico de una autovía con retenciones; brillante secuencia de persecución del sexto episodio, con un ojo puesto en Jacques Tati). Barry ha pasado de tener el control sobre el gatillo a ser zarandeado por acontecimientos aún en desarrollo. No es una redención, sino una rendición de cuentas. Aguardaremos ansiosos la cuarta ruptura. ∎

El do de pecho de Bill Harder.
Etiquetas
Compartir

Lo último

Contenidos relacionados