Fetiche dylaniano por excelencia, el inescrutable y hermético
“Tarántula” (1971) reaparece en castellano de la mano de Global Rhythm y con nueva traducción a cargo de Alberto Manzano. Se trata, ya saben, de la única obra de ficción escrita por el de Duluth, una pieza de ingeniería literaria gestada en paralelo a “Blonde On Blonde” (1966) y que su propio autor jamás dio por terminada. Hasta aquí, todo en orden. Otra cosa es que siga funcionando como insondable centrifugadora de escritura automática, referencias
beat y narcóticas digresiones en prosa y verso.
Imposible adentrarse en él y salir ileso:
Bob Dylan se descompone párrafo a párrafo y el lector acaba hecho un guiñapo tratando (en balde) de seguirle la pista. No hay orden ni concierto en un libro que confirma que, a finales de los sesenta, Dylan era un sensacional escritor de canciones. Y punto. De haberse fijado solo en este libro, el jurado del Príncipe de Asturias tendría que haberle concedido el premio de Criptografía, no el de las Artes. ∎