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Will Burns es, de alguna manera, el protagonista de “La Linterna de Papel” (2021; Literatura Random House, 2022). Sus paseos durante el primer confinamiento por un lugar sin nombre en el corazón de la noble campiña inglesa –un sitio en el que pasa poco o nada, pero en el que en realidad pasa todo y en el que el encierro parece no mucho más que un bank holiday (así se llama a los festivos en el Reino Unido)– se convierten en profundas reflexiones sobre la sociedad británica pos-Brexit, el capitalismo tardío, el estigma de clase y las incertidumbres del futuro inmediato. La primera novela del poeta se publicará en español el 7 de abril, en una nueva entrega de lo que los británicos, siempre tan hábiles a la hora de poner nombres, han denominado “Brexlit”.
“Parte del libro está basado en un sitio real y en gente real. El pub mismo, muchos de los personajes, la propia zona. Todo es como lo describo”, explica Burns, desde su pueblo en Buckinghamshire. “Mi verdadera ficción es el narrador, que es una persona muy diferente de mi yo real. No se menciona el sitio porque quería que pudiera tratarse de cualquier sitio y que, al mismo tiempo, fuera un lugar muy específico. Tampoco quería que el narrador fuera específicamente yo, así que no menciono su nombre en ningún momento”.
Burns, cerca de los 40, compaginó durante años el trabajo a media jornada en el pub familiar con la escritura. Publicó sus primeros poemas en 2014 y con “La Linterna de Papel”, editada en el Reino Unido en junio de 2021, figuró en numerosas listas de mejores novelistas debutantes, como la de ‘The Observer’. El pub es el eje de su libro, porque el pub es, recurriendo a Jonathan Coe, “el arquetipo de la psique británica”. “Es de vital importancia”, asegura Burns. “Especialmente fuera de las ciudades. Se dice que es algo muy inglés, pero todos los lugares tienen sus propias versiones. Sin embargo, lo que observo en los pubs ingleses es que aquí tienen la capacidad de contener un ámbito de vida casi infinito, todo tipo de personas pueden acudir al pub y lo hacen”.
No sabemos en qué lugar se encuentra La Linterna de Papel, pero sí sabemos que no está lejos de Chequers, la casa de campo del primer ministro del Reino Unido. Donde se conserva la esencia de lo inglés, la englishness o la britishness, que, a fin de cuentas, es lo mismo. Un refugio a tiro de piedra del cosmopolitismo de Londres, la babilonia moderna, lo suficientemente alejado del aguerrido norte. La campiña, la Inglaterra media, Middle England, es el escenario de la novela que quizá mejor se adentra en la mentalidad británica para entender el proceso que llevó al país donde hoy está. “El corazón de Inglaterra” (2018; Anagrama, 2019) fue un nuevo retrato costumbrista de Jonathan Coe emplazado en esta particular zona del país, con un viejo conocido de la obra de Coe, Benjamin Trotter, como protagonista.
En Coe siempre nos reencontramos con “la sociedad con más conciencia de clase del mundo” a la que se refería el dramaturgo y director de cine Lindsay Anderson. Su trayectoria disecciona la sociedad británica antes y durante el mandato de Margaret Thatcher y también el posterior engaño del “nuevo laborismo” con Tony Blair al frente. “Expo 58” (2013; Anagrama, 2015) ya era una advertencia, un retrato de la idiosincrasia inglesa previa a la entrada en la Unión Europea. Y con “El número 11” (2015; Anagrama, 2017), Coe abordó problemas como la inmigración, claves para entender el resultado del referéndum de 2016. En “El corazón de Inglaterra” –“Middle England” es su título original– reflexiona sobre la clase, la nueva corrección política y el proceso de descomposición de la sociedad, siempre con una premisa presente: “a los privilegiados la igualdad les parece una renuncia”.
“La mayoría de estos sitios, como mi pueblo, están lejos del mar, pero lo suficientemente cerca de Londres y lo suficientemente lejos para sentirse en ‘otro lugar’. Son suficientemente rurales como para pensar en sí mismos como ‘el campo’ mientras mantienen una sensibilidad urbana. Sitios en los que constantemente se hace referencia a ideas como ‘sentido común’ como si fueran evidentes, llenos de personas a las que les resulta difícil creer que el resto no piense como ellos y que no pueden entender que las diferencias materiales en educación, riqueza y estatus puedan significar diferencias tan grandes”, explica Will Burns.
Para muchos ciudadanos del país, el significado de “lo británico” pasó a ser algo completamente distinto de la noche a la mañana tras la entrada en vigor del Brexit, después del largo proceso de divorcio entre el Reino Unido y Europa que se formalizó en 2016. A nivel práctico, el nuevo escenario se ha traducido en mayor violencia burocrática, falta de personal en algunos sectores o problemas de abastecimiento. Aunque, in situ, queda lejos la sensación de quiebra vista en medios españoles, más propia de la célebre miniserie francesa “El colapso” (Les parasites, 2019).
En busca de esta reformulada identidad se encuentra Bill, el padre de familia de “Muro fantasma” (2018; Sexto Piso, 2020). En su búsqueda del muro –una manifestación física de la antigua resistencia británica todavía marcada en la tierra– radica la creencia en un pasado idealizado, en una identidad británica que nunca fue, en una pureza de raza que nunca ha existido como tal. La autora Sarah Moss –con la visión transversal de haber nacido en Glasgow, crecido en Mánchester y estudiado en Oxford– desenmascara la nostalgia como arma conservadora en un libro sobre cómo los mitos del pasado pueden condicionar el presente. Kazuo Ishiguro ya indagó en el pasado histórico del Reino Unido con “El gigante enterrado” (2015; Anagrama, 2016), en una especie de anticipación de los acontecimientos. John Lanchester y Robert Harris lo han hecho a la inversa en la distópica “El Muro” (2019; Anagrama, 2020) y en la posapocalíptica “El despertar de la herejía” (2021; Grijalbo, 2021), respectivamente.
De regreso a la realidad, Ali Smith se ha convertido en la verdadera cronista de los años de mayor incertidumbre en el Reino Unido con su “Cuarteto Estacional”: “Otoño” (2016; Nórdica, 2020), “Invierno” (2017; Nórdica, 2021), “Primavera” (2019; Nórdica, 2021) y “Verano” (2020; Nórdica, 2021). Escocesa, pareja de la cineasta Sarah Wood, en su serie –publicada originalmente durante cuatro años en la estación que da nombre a cada libro– toma con precisión el pulso de la sociedad actual, no solo en el Reino Unido. El individualismo, la manipulación, la desinformación, la comunicación imposible –polar, cruzada– y la desaparición de la conversación y el debate de la esfera pública marcan los cuatro volúmenes. Con un notable sentido del humor y una escritura poética que habrá sido quebradero de cabeza para los traductores, Ali Smith aborda problemáticas como la crisis climática, los conflictos de raza y género, la educación, la clase y la pobreza, la inmigración y la familia. Valores individuales y colectivos. Todo el pack.
Smith maneja como pocos las referencias a la alta cultura y la cultura popular, en constante flujo en todos los volúmenes. Una colección que desprende fuerza y esperanza en las próximas generaciones y que también es feminista. A lo largo de los cuatro libros la autora rescata o reivindica figuras como Christine Keeler, la olvidada artista del pop art inglés Pauline Boty, la escritora Katherine Mansfield o la italiana Lorenza Mazzetti, única mujer en las películas fundacionales del movimiento “Free Cinema”, el cine social británico.
“La ficción mira a su propio tiempo aunque aspire a convertir su mirada en algo completamente atemporal. La ficción tiene una flexibilidad natural para encontrar respuestas a lo que nos sucede”, considera Will Burns. En abril de 2022 el Brexit casi parece parte de un pasado lejano. El mundo real parece haberse acelerado al mismo ritmo que las tecnologías han acelerado nuestras vidas. La pandemia resultó, irónicamente, el mejor paliativo para la fractura social en un país dividido y desconcertado.
El Brexit ya está fuera de la agenda política, hoy más, con el estallido de la guerra en Ucrania y el desconcierto ante la falsedad del discurso sobre aquellas lecciones históricas que se vendían como aprendidas, ahora súbitamente olvidadas. La mayor herida al proyecto europeo –ya tambaleándose por el auge de la extrema derecha, el retroceso de los derechos civiles y la crisis migratoria– ante la incapacidad de la clase política.
Una clase política contra la que carga Ian McEwan, quien ha aportado dosis de absurdo con la paródica y kafkiana “La cucaracha” (2019; Anagrama, 2020), en la que un insecto se despierta convertido en el primer ministro. Como si por formar parte de la generación dorada de la literatura británica contemporánea (Amis hijo-Barnes-Coe-Swift) hubiese sentido la obligación de estar ahí. Funciona mejor como diagnosis política que como sátira. “No había nada más liberador que una prieta trama de mentiras”, nos dice.
“En un plazo tan corto de tiempo hay trabajos geniales que tratan de preocupaciones muy, muy actuales. La serie estacional de Ali Smith es muy astuta, ‘Madera quemada’ (2021; Alianza, 2022) de Sarah Hall aborda la pandemia de una manera muy interesante. ‘Lanny’ de Max Porter (2019; Literatura Random House, 2020) captura realmente bien, otra vez, la extrañeza de la Inglaterra media. Y luego está la escritura que trata sobre confusiones de la vida contemporánea, internet o la sexualidad. Espero con ansias la novela de Sheena Patel ‘I’M A FAN’”. Nuevos títulos a los que estar atentos, cortesía de Will Burns. ∎
El estreno como novelista del poeta nacido en Londres pero residente en Buckinghamshire transcurre durante los primeros meses del primer lockdown. Desconcertado como todos, sus paseos funcionan como unas memorias y como disertación sobre los tiempos actuales, a través de las particularidades de un lugar donde la clase acomodada londinense se escapa y mira con recelo –aunque con esa politeness tan característica– a su madre tatuada y su padre melenudo mientras él solo espera que llegue el momento de terminar el turno del pub familiar para saltar al lado correcto de la barra.
No es casual que el “Cuarteto estacional” de la escocesa se iniciara en “Otoño” (2016) para encaminarse, como todos hacemos, hacia el verano. Ese objetivo, esa meta –esa culminación, al fin y al cabo, de nada– en la que se depositan expectativas desmedidas. Nos reencontramos con personajes con los que nos hemos cruzado a lo largo de toda la serie. Y a la certera disección social y cultural de Smith se añaden aquí los estragos de la pandemia. Algo apresurada por los acontecimientos: el discurso político de Smith, a diferencia de las entregas previas, es quizá demasiado evidente, excesivo y aleccionador.
Silvie, una adolescente de 17 años, se embarca junto a sus padres, un profesor de arqueología y un pequeño grupo de estudiantes en un particular experimento arqueológico / escapada educativa. Un viaje a la Edad de Hierro en el que su padre, conductor de autobuses e historiador aficionado del área de Burnley, espera encontrarse con una britanidad ancestral moldeada a su gusto. Lo que de partida se presenta como inofensivo deriva hacia los caminos de “Midsommar” (Ari Aster, 2019) o “The Wicker Man” (Robin Hardy, 1973). Pero el verdadero terror reside en el poder de la creación de nuevos falsos mitos y el revisionismo histórico.
Ali Smith habla en “Verano” de “La metamorfosis” (Franz Kafka, 1915) como “un acto poderoso de acusación a la rutina cotidiana que nos hace indiferentes a la injusticia pasada, presente y futura”. En esta particular reelaboración invertida del mito kafkiano, McEwan carga contra los gobernantes británicos y los populismos en una sátira distendida, breve, a la que quizá le falte algo de pegada. Reversionistas y Avantistas integran los dos bandos enfrentados en esta burla del prototipo de político-necio contemporáneo, que también denuncia los vasos comunicantes entre el 10 de Downing Street y el 1600 de Pennsylvania Avenue.
Aquí está: el nacionalismo-no-nacionalista. El de todos aquellos británicos (y ciudadanos del mundo) con estudios, viajados, de clase ¿media?, aferrados a una identidad sin saberlo o sin quererlo saber. El hilo conductor de la duodécima novela de Coe es la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, entre el enaltecimiento del orgullo nacional y la autoparodia. Reaparece Benjamin Trotter –“El club de los canallas” (2001) o “El círculo cerrado” (2004)– y su empeño por ser escritor, en una maraña de enredos familiares que retrata el trayecto del Reino Unido camino de la rampa de salida de la Unión Europea. ∎