Cómic

Charles Burns

LaberintosReservoir Books, 2022

El mal llamado “cómic alternativo norteamericano” ha acabado siendo más permeable a la industria tradicional de lo que podía parecer cuando autores como Daniel Clowes y Peter Bagge surgieron en los 80 a lomos de la revista ‘Raw’ y editoriales como Fantagraphics. La incorporación del color, la depuración formal, el flirteo con la ciencia ficción o el cómic social y la asimilación de la novela gráfica como unidad narrativa –incluso los irreductibles Hernandez Bros. acabaron asumiendo esto– son las marcas de una evolución en la que, sin embargo, nunca hubo que renunciar a la personalidad o principios artísticos, básicamente porque el mundo del cómic es hoy un lugar más acogedor para las obras personales y la disidencia formal. Por más que sus ventas sigan siendo pequeñas, el cómic independiente de autor ha moldeado el sector mucho más de lo que este ha influido en sus primeras espadas. Y esto se aplica también a Charles Burns (Washington D.C., 1955), que a pesar de haber sofisticado su estilo sigue atrincherado en sus obsesiones temáticas: las películas de ciencia ficción y el terror de serie B, el sexo como enfermedad –o maldición–, la cara oscura de la Norteamérica suburbial y, sobre todo, la disolución de las fronteras entre el exterior y el interior de la mente.

En “Laberintos” (2019; Reservoir Books, 2022), su nuevo trabajo, Burns parece apuntar a lo autobiográfico: Brian, su protagonista, es un joven dibujante de criaturas extrañas, solitario y amante de las películas de terror con un mundo interior caudaloso e inquietante. De hecho, el cómic empieza con el tipo dibujando su autorretrato, contemplando su cara seria y vulgar en la superficie cromada de un tostador mientras sus amigos se emborrachan y fuman hierba. Pero la historia va por otros derroteros: no quiere ser un retrato más del joven artista en ciernes, sino otra excursión marca de la casa al territorio en que el inconsciente se funde con la realidad.

https://assets.primaverasound.com/psweb/nkefzzp57z8p91bwdqtf_1650970643065.jpg

Brian filma películas amateur de ciencia ficción con su amigo de la infancia Jimmy y se empieza a interesar por Laurie, la protagonista de su próximo proyecto, sobre todo a raíz de la atención que ella le presta a sus dibujos. “Laberintos” navega intermitentemente a través de la subjetividad de Laurie y Brian, pero cuando se adentra en la de este último se abren las compuertas a un mundo inabarcable de secuencias oníricas donde se mezclan sus dibujos, deseos y fantasías.

Las conexiones entre la historia de Brian y Laurie y “toda la mierda retorcida” que hay en la cabeza del primero son el hilo que, tal vez, permitirá recorrer el laberinto de Burns. Sin embargo, es pronto para saberlo: esta es solo la primera parte de una serie que se atisba difícil de valorar al primer bocado, sin la visión de conjunto. En Francia ya se ha publicado la segunda entrega, mientras que en Estados Unidos la serie continúa inédita, tal vez a la espera de completar el proyecto y publicarlo en un solo volumen. En cualquier caso, las 64 páginas vistas se desmarcan ya del tono y ritmo de “Vista final” (recopilada en España en 2018), la trilogía formada por “Tóxico” (2010; en España, 2011), “La colmena” (2012; en España, 2013) y “Cráneo de azúcar” (2014; en España, 2015). No hay tanta complejidad en los diseños de página y tramas de “Laberintos”, como si fuera un retorno al clasicismo narrativo de “Agujero negro” (1995-2005; recopilada en España en 2013), de la que perfectamente podría ser una secuela espiritual. Tal vez todo responda a la voluntad de darle más protagonismo al trabajo gráfico de Burns, que está en una plenitud gloriosa como dibujante. Y no es solo por las sobrecogedoras fugas fantásticas: no hay más que ver la forma elegante y precisa de resolver secuencias, como la proyección en el cine de “La invasión de los ladrones de cuerpos” (Don Siegel, 1956). Es todo un espectáculo, además, asistir a su dominio ya absoluto del color, que Burns solo incorporó a su obra con “Vista final” después de décadas de tebeos en blanco y negro. Solo por eso, hay momentos en los que no querrías encontrar la salida de este “Laberintos”. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados