Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.
Tal como afirma Donat Putx, Pascal Comelade proyecta la imagen de un hombre reservado y hasta arisco. Pero, si se logra romper el muro, el artista rosellonés se convierte en alguien hablador, generoso y dotado de un gran sentido del humor. Podemos dar fe de que es muy cierto, porque este libro es el resultado de numerosas conversaciones que han tenido lugar en Ceret, el actual domicilio del músico franco-catalán. El propio protagonista desvela tanto los intríngulis de una alambicada y extensa obra artística como los detalles personales de su intensa vida; reflexiones espoleadas por un periodista que ha hecho un verdadero trabajo de amor y que a su vez es un fino estilista de lo jocoso.
Además, el autor también da voz a numerosos secundarios que han contribuido a forjar la personalidad de alguien que, en cuatro décadas de trayectoria artística, ha construido un mundo apasionado y extraño en el que conviven vanguardia, rock and roll y músicas populares del más diverso pelaje, todo pasado por un personal filtro en el que destacan los instrumentos de juguete.
Es un trabajo minucioso y detallista en el que la gran cantidad de información nunca sepulta la “joie de vivre” de un artista autodidacta, que se ha codeado con los grandes –léase PJ Harvey, Robert Wyatt, Robert Wilson, Jaki Liebezeit, Sisa, Pau Riba o Albert Pla– y con un sinfín de nombres de la escena underground de ambos lados de los Pirineos, siempre salvaguardando un espíritu de independencia total, practicando la ciencia patafísica que aprendió de su admirado Alfred Jarry.
Un libro muy necesario, de momento solo en catalán, que además viene enfundado en una espléndida portada ilustrada por Max, otro de sus cómplices, junto a Enric Casasses, Victor Nubla, Cathy Claret, Gat y un largo etc. que durante muchos años lo acompañaron en la cambiante y emblemática Bel Canto Orquestra. Y a ver si alguien se anima a traducirlo al castellano y al francés, porque su magnífica música instrumental trasciende los idiomas. ∎