Película

El acontecimiento

Audrey Diwan

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De entre la extensísima oferta fílmica que se estrena cada mes en cines y otras formas de exhibición, casi han coincidido en el tiempo dos propuestas algo parecidas entre sí. Una de ellas es “La hija oscura” (2021) de Maggie Gyllenhaal, con Olivia Colman en el papel de Leda, una madre que se autodefine como “desnaturalizada”. La otra película es “El acontecimiento” (2021; estrenada en España en 2022), de Audrey Diwan, que ganó el León de Oro y el Premio FIPRESCI en el Festival de Venecia del año pasado con la historia sobre un embarazo no deseado. Aunque cada una tiene un tono diferente, en esta doble sesión ideal coincidirían temas asociados al sacrificio del cuerpo femenino y al prejuicio social cernido sobre el vientre materno. En esta conversación fílmica, las historias de Gyllenhaal y Diwan, o las obras literarias de las que parten –de Elena Ferrante y Annie Ernaux, respectivamente–, parecen referenciarse la una a la otra en determinados discursos, pues sus protagonistas se muestran reacias a transformarse en la dedicada madre que su entorno espera de ellas.

Lo que sería mera coincidencia puede atribuirse realmente a los signos de cambio de una industria cultural a la que llegan nuevas voces femeninas para narrar experiencias de verdad y dolor nunca contadas. Una industria que comienza a dialogar sin los tabús generados alrededor de ciertos tópicos, como la maternidad atípica en el caso de la película de Gyllenhaal, o la negación a la maternidad según Diwan. En relación a esto último, “El acontecimiento” narra el calvario que sufre Anne (Anamaria Vartolomei), una joven estudiante de letras en la Francia de los años 60, cuando decide interrumpir su embarazo en un momento político-social en que el aborto estaba perseguido y castigado.

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Vartolomei encarna fantásticamente a esa niña adulta de ojos hipnotizadores, de un azul cielo inalcanzable. De su incredulidad, tristeza u obcecación surge toda una intimidad que la directora explora a través de su planificación narrativa. El seguimiento constante de la cámara sobre el cuerpo de la chica juega a dos bandas. Por un lado, parece sabotear las ansias de libertad juvenil en un contexto vital de desatadura sexual, como si aquel óvulo hubiese sido copulado por toda una mirada castradora propia de la sociedad del momento. Por otra parte, la atenta observación del cuerpo violentado y desnudo de la protagonista rompe con el pudor y el tabú. Diwan se atreve a disponer en primer plano la carne saboteada, la piel sudada, el pubis sangrado.

“El acontecimiento” alberga un dolor que traspasa lo físico. La historia se enriquece con innumerables matices que evidencian la devastadora soledad de Anne y que a su vez abren debates realmente interesantes, como el fin de la juventud, el menosprecio patriarcal sobre las muchachas sexualmente activas, la irresponsabilidad sentimental de los hombres o las clínicas antiaborto clandestinas. Experiencias como la de Anne, o como la de Leda en la película de Gyllenhaal, conforman un fuerte deseo de debate y cambio social, y traen consigo una revalorización del relato maternal en primera persona. Después de ellas, llegarán seguro muchas más. ∎

“El acontecimiento” alberga un dolor que traspasa lo físico.
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