En la versión serial de “Irma Vep” (2022), Olivier Assayas concibe el cine como una historia de fantasmas y dobles especulares, un medio de invocación de espíritus que transitan por los rodajes, afectando al cuerpo de intérpretes y cineastas. Los fantasmas se despliegan aquí desde dos lugares concretos: los que provienen de la fascinación por la película serial de “Los vampiros” (Louis Feuillade, 1915-16), con su maravillosa nitidez, de la que el cineasta René Vidal (Vincent Macaigne) emprende un dubitativo remake para una plataforma; y la reescritura de la película homónima que el propio Assayas dirigió en 1996, interpretada por la actriz china Maggie Chung, quien sería su pareja y gran amor.
Esta confrontación sirve al cineasta como una forma de evocación emocional autobiográfica de su cine y de su vida, que tiene mucho de aprendizaje de la decepción; a la vez, genera la trama del proceso creativo y vital de la actriz protagonista, Mira Harberg (Alicia Vikander), la nueva estrella escogida para encarnar a Irma Vep. Cansada de interpretar blockbusters (perdido el deseo como actriz), Mira negocia con el fantasma de Musidora, la Irma Vep original, y con el de Maggie Cheung, pero también con el de su antigua amante y asistente Laurie (Adria Arjona), que la abandonó y manipula eróticamente y de cuya atracción no puede desembarazarse.