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Leyenda del tebeo en España.
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Entrevista

Jan: “Todos mis personajes son yo mismo”

Recientemente, se anunciaba que Jan dejaba de escribir y dibujar las aventuras de Superlópez tras la publicación de “Sueños frikis”, que se convertía así en el último álbum del personaje. Jan apuntaba que, si bien abandonaba a su personaje más célebre, tenía varios proyectos en marcha y no se planteaba un retiro profesional. Nos hemos puesto en contacto con el propio Jan y hemos intentado que nos aclare personalmente el panorama.

15. 03. 2022

La información, de impacto inmediato, fue reproducida por buena parte de la prensa nacional. “Superlópez” (1973-2022) es una de las leyendas de nuestros tebeos, con una trayectoria de casi 50 años. Cuenta con una legión de fans acérrimos pertenecientes a varias generaciones, y con una adaptación cinematográfica de éxito –“Superlópez” (Javier Ruiz Caldera, 2018)– todavía reciente en nuestra memoria. Hasta aquí, los hechos.

Pero ¿qué supone la jubilación de “Superlópez” para la actual escena nacional del cómic? Hay dos respuestas inmediatas a esta pregunta. Una, compleja y alambicada, debería incluir la indiscutible importancia de la obra de Jan (Toral de los Vados, 1939), su influencia, su valor histórico y la mirada más o menos nostálgica a una manera de dibujar y producir tebeos en vías de desaparición. La otra réplica, mucho más corta y menos amable, podría resumirse con un lacónico “nada”.

Desde su creación, “Superlópez” fue una anomalía. Concebido como un encargo puro y duro, pasó de ser una parodia chusca de Superman a uno de los principales activos de Bruguera, sin encajar del todo dentro de las publicaciones de la casa. “Superlópez” se medía con el álbum europeo: el desarrollo de sus historietas se proyectaba en tebeos de 64 páginas, lo que permitía a Jan –Juan López Fernández en el DNI– abordar historias más ambiciosas. “Superlópez” estaba escrito, dibujado y coloreado con mimo, rotulado a mano y con unos estándares de calidad inéditos para la editorial, a la que no le tembló el pulso cuando ordenó que otros dibujantes copiaran el trabajo de Ibáñez cuando este no daba abasto.

Durante varios años, Jan encadenó una obra maestra tras otra –su álbum “Los Cabecicubos” (1983) fue elegido por la redacción de Rockdelux como uno de los mejores cien cómics españoles de todos los tiempos– y alcanzó una popularidad que lo situaría en el podio histórico del tebeo juvenil nacional junto a “Mortadelo y Filemón” y “Zipi y Zape”. Incluso nos atrevemos a decir que fue uno de los hitos del cómic mundial durante los años 80 del pasado siglo. Sin embargo, la época dorada del personaje queda muy lejos y el público adolescente que se hizo mayor leyendo sus peripecias abandonó la serie, mientras “Superlópez” empezaba a peinar canas sin convertirse del todo en adulto. Situado en una indefinida tierra de nadie, “Superlópez” dejó de conectar con los lectores a los que siempre se habían dirigido. Y los nuevos (y abundantes) álbumes del personaje no alcanzaban ni una mínima parte de la repercusión de la que gozaron décadas atrás. Uno de los dibujantes de tebeos que mejor había entendido su tiempo ya no sabía a quién contárselo.

¿Es el fin de “Superlópez” la historia de una muerte anunciada? ¿No hay espacio para un personaje así en unas estanterías copadas por el manga? ¿Y si lo que sucede es que a veces olvidamos que la relación íntima entre un autor y su obra no coincide con nuestra experiencia lectora? Con estas cuestiones sobre la mesa, nos hemos puesto en contacto con el propio Jan y hemos intentado que nos aclare personalmente (y en la medida de lo posible) el panorama. Que ya es intentar.

“Bajan las ventas constantemente y no estoy motivado, ya que constato que solo me leen los nostálgicos de 40 años. Yo me dirigía a chicos de 12 a 18 y estos ya se han decantado por los móviles, tabletas y videojuegos…”

Después de casi medio siglo contando sus aventuras, ¿cuánto hay de cansancio del personaje y cuánto de cansancio editorial en su decisión de finalizar “Superlópez”?

Por parte de la editorial, no lo sé. Por mi parte, ninguno en absoluto. No se trata de cansancio, simplemente bajan las ventas constantemente y no estoy motivado, ya que constato que solo me leen los nostálgicos de 40 años. Yo me dirigía a chicos de 12 a 18 y estos ya se han decantado por los móviles, tabletas y videojuegos…

Sin embargo, no se retira: ha confirmado que continuará publicando su obra con editoriales independientes. ¿Es más cómodo trabajar con editoriales más pequeñas?

Evidentemente, se trata de que ya no busco “grandes éxitos”, sino más bien hacer lo que me gusta. En las grandes editoriales te has de someter a las opiniones de consejos editoriales, “expertos” y cosas así. Es la única diferencia. No es comodidad, trabajo igual.

¿Cómo valoraría el total de la obra, una vez puesto el punto y final? ¿Se da por satisfecho?

Satisfecho o no, simplemente continúo creando cómics. La serie “Superlópez” solo es una más de mis obras. Y no es el personaje lo que me quita el sueño. Disfruto con las historias que cuento con mis personajes... y lo que me satisface es poder continuar.

Momento de reflexión y aceptación de la realidad: los tiempos han cambiado.
Momento de reflexión y aceptación de la realidad: los tiempos han cambiado.

Imagino que está al tanto de la reciente reivindicación por parte de los herederos de los autores de Bruguera, que reclaman la devolución de los originales de sus familiares al Grupo Zeta. ¿Qué recuerdo le queda de su etapa en la casa? ¿Conserva los originales? ¿Está de acuerdo en considerarlos patrimonio artístico nacional?

Yo también he vivido la época en la que no se valoraba a los autores y los editores creían que las obras les pertenecían, hasta el punto de darlas al trapero si no les cabían en los archivos. Actualmente esa percepción ha cambiado, pero tuvimos que llegar a la informática para eso, ya que ahora solamente tenemos que enviar un archivo o un CD y los papeles se quedan en los estudios del autor. Claro que les doy la razón. Y también es mi patrimonio, el único que tengo aparte de un coche viejo. Por eso yo no vendo mis originales, pasarán a mis herederos. Tengo casi todos los de “Superlópez” y una parte pequeña de “Pulgarcito”, entre otros.

¿Tiene algún álbum favorito entre todos los que componen la saga, alguno que le suponga un recuerdo especial?

En el pasado supongo que tenía mis favoritos, pero actualmente, como son tantos, 87 títulos, tiendo más a valorar el trabajo global. Prefiero que escoja el público lector. Yo continúo creando cómics con las mismas ganas y pongo mis ilusiones en los que voy haciendo…

¿Cuánto del Jan ciudadano había en el Superlópez superhéroe?

Todos mis personajes son yo mismo, ya que es una manera de hacer de actor. Dicho esto, es natural que haya una influencia, pero de superhéroe no tengo nada, personalmente. Juan López es Superlópez como la puerta de escape por la que el común de los mortales se evade de sus frustraciones diarias, que son bastantes.

“De superhéroe no tengo nada, personalmente. Juan López es Superlópez como la puerta de escape por la que el común de los mortales se evade de sus frustraciones diarias, que son bastantes”

Ha reconocido que no se considera humorista, pero buena parte de su obra se sustenta sobre el humor. ¿Por qué tiene esa percepción de su trabajo?

No confundas el trabajo del humorista con hacer una serie de cómics contada con humor. Mis historias contienen humor, pero no chistes. Es la diferencia con Ibañez, que sí es humorista y hace chistes continuos en sus cómics. Yo no busco hacer reír, pero, por fuerza, he de contar las historias con humor. Sin amenidad no hay cómic.

Cada vez que ha tenido ocasión ha remarcado la intención pedagógica de su serie, y este último álbum es prueba de ello. Sin embargo, en diferentes declaraciones ha señalado que la recepción del público ha sido cada vez más tibia. ¿Por qué cree que su mensaje no cala como antes en la población joven?

Son dos cosas diferentes, Como ya he dicho antes, apuntaba a chicos de 12 a 18, aunque me leyeran de 7 a 120 años... Pero he de ser coherente y sé que los destinatarios de mis cómics están en proceso de desarrollo. Considero que he contribuido a despertar cosas en los chicos, de temática social, sin pretender meter verdades, ya que no creo que nadie sea propietario de la verdad. Dicho esto, comprendo perfectamente que se hayan decantado por ver la vida a través del rectángulo de sus tabletas y móviles. No puedo luchar contra eso y la nostalgia no me motiva.

¿Lee cómics actualmente? ¿Está al tanto de lo que se publica? ¿Cree que hay alguna autora o autor que haya recogido su testigo?

Poco, y prefiero leer libros. Este oficio es muy absorbente y los días son cada vez más cortos. Además intentaba siempre no ser influido, por ello ni siquiera colecciono cómics. Tengo, sobre todo, los que me hacen llegar o regalos de colegas, pero no estoy al día, lo confieso.

Para finalizar, ¿le gustaría dejar algún mensaje a los lectores de la serie?

No sabría qué... Creo que todos mis mensajes van implícitos en “Superlópez” y en los demás cómics que he hecho; si los leen quizá los verán. ∎

Fantasía final

JAN
“Superlópez. Sueños frikis”
(Bruguera, 2022)

Mayra es una universitaria que sufre bullying, hasta el punto de que una mañana es empujada (de manera más o menos accidental) a las vías del metro. Afortunadamente, ahí estaba Superlópez para evitar que el tren la arrolle. Lejos de agradecerle nada a nuestro héroe, se marcha a su casa y se refugia en una novela de fantasía heroica. Esa misma noche, Mayra se verá transportada a las páginas del libro y vivirá toda una serie de peligrosas peripecias acompañada del mago Superlósum, un trasunto del propio Superlópez.

Relectura de “La historia interminable” (Michael Ende, 1979) con inevitables ecos de “El señor de los anillos” (J.R.R. Tolkien, 1954), “Sueños frikis” es un tebeo extraño, indefinido e indefinible, que en ocasiones ofrece la indiscutible maestría de la narrativa gráfica de Jan (quien tuvo, retuvo). Pero se pierde por inoportunos derroteros en defensa de una tesis cuestionable (esa extemporánea redención final de los agresores de Mayra), con Superlópez convertido en mera comparsa de una trama sin chicha ni limoná. Una despedida que queda lejos de la altura alcanzada por otros álbumes de la serie, verdaderas joyas del cómic mundial. ∎

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