Libro

Kazuo Ishiguro

Klara y el SolAnagrama, 2021

Quizá los androides ya no sueñen con ovejas eléctricas ni fantaseen con rebelarse y exterminar a la población obedeciendo los impulsos homicidas de una Skynet cualquiera, pero no porque no quieran, sino porque están demasiado ocupados intentando descifrar por qué diablos los humanos son como son y hacen lo que hacen. Esto es, a grandes rasgos, lo que parece decirnos Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) cada vez que se acerca a la ciencia ficción y la utiliza para reflejar no tanto los aspectos tecnológicos y evolutivos del género como sus imbricadas implicaciones humanas. Ya saben: la máquina como espejo deformante que nos devuelve todas nuestras rarezas y nos invita a cuestionar nuestro lugar en el mundo y, sobre todo, nuestra obsolescencia programada.

Lo vimos con la academia de clones de reemplazo de “Nunca me abandones” (2005) y lo hemos vuelto a ver ahora que, en su primera novela tras ganar el premio Nobel de Literatura en 2017, el autor británico regresa al terreno de las distopías aparentemente amables pero profundamente turbadoras. Alegorías oscuras y preocupantes de lo que podría estar a la vuelta de la esquina y que el autor de “Los restos del día” (1989) sigue armando con extremada delicadeza y maestría casi inigualable.

Es así como surge la muy pertinente “Klara y el Sol” (“Klara And The Sun”, 2021), novela que explora transhumanismo, inteligencia artificial y disfunciones familiares variadas en una sociedad en la que a los jóvenes se les adjudica un AA, un amigo artificial, como diligente y servil compañero. Esa será la tarea de Klara, deslumbrante narradora además de AA de la serie B2 con la que se encapricha Josie, una niña de salud quebradiza y familia al borde de un ataque de nervios.

Curiosa y diligente, Klara aprende a marchas forzadas, absorbe cuanto le rodea y se acaba convirtiendo en la mirada inocente que, poco a poco, va juntando las piezas de un futuro inconcreto pero hostil; una sociedad que envía alarmantes señales a partir de pedazos de conversaciones y encontronazos con Madre y Sirvienta. A saber: el desempleo como efecto colateral del auge de la Inteligencia Artificial; una sociedad dividida entre los mejorados genéticamente y los corrientes y molientes; el dilema de qué hacer cuando los seres artificiales empiezan a parecerse demasiado (o peor aún, a “continuar”) a los seres humanos… Preguntas complejas y escenarios retorcidos que Ishiguro transforma en una bella y, a pesar de todo, luminosa parábola en la que Klara es la única que parece entender lo que significa ser humano; el único personaje que no ha decidido descargar sus sentimientos a una nube de almacenamiento ilimitado y engañosa tecnología punta. ∎

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