Cómic

Keum Suk Gendry-Kim

HierbaReservoir Books, 2022

Es evidente que desde hace años el género biográfico ha encontrado en el cómic un soporte excepcional para retratar vidas ajenas, tanto las recordadas como las desconocidas, las insignes o las anónimas. Y para, a través de los individuos, poner de relieve episodios históricos que de otro modo podrían verse abocados al olvido.

Es lo que hace Keum Suk Gendry-Kim (Goheung, Corea del Sur, 1971) en su obra gráfica de más reciente publicación aquí, “Hierba” (2017; Reservoir Books, 2022). En este cómic, el primero que la autora escribe en coreano –los demás se han publicado originalmente en francés, como el otro libro suyo que podemos leer en castellano, “El árbol desnudo” (2020; Ponent Mon, 2021)–, narra la trágica vida de una anciana cuya existencia desgarradora saca a la luz una figura espeluznante: la de las llamadas “mujeres de consuelo”, eufemismo flagrante que designaba a las jóvenes que durante la Guerra del Pacífico fueron hechas prisioneras y obligadas a ser esclavas sexuales al servicio del ejército japonés.

Así, mediante las entrevistas realizadas por Gendry-Kim, vamos descubriendo los desdichados avatares de Lee Ok-sun desde su niñez: obligada a cuidar de sus hermanos, analfabeta a su pesar, vendida por sus padres, engañada... Hasta que un mal día, volviendo de hacer un recado, dos coreanos de uniforme la secuestran y encierran en un aeródromo, donde Ok-sun será sometida sistemáticamente, durante años, a las peores vejaciones: palizas, trabajos forzados y, sobre todo, la insoportable explotación sexual que le acarrea, entre muchas otras calamidades, una sífilis que sus patrones curan aplicando vapores vaginales de mercurio que la dejan estéril de por vida.

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Puede que la mayor virtud del cómic de Gendry-Kim sea la de saber plasmar con respeto y delicadeza el catálogo de atrocidades que compone la vida de Ok-sun, huyendo de efectismos burdos. La propia autora afirma en el epílogo que trató de “no exagerar la violencia sufrida por la protagonista o su dolor. Omití toda expresión sensacionalista a la que hubiera podido recurrir para aligerar esta historia o hacerla más ‘entretenida’”. Para ello, echa mano de numerosas viñetas y páginas de transición que funcionan como balones de oxígeno entre tanta desgracia, con hermosos planos de paisajes y hasta fundidos a negro en las escenas más inenarrables.

Al hablar de esta obra, resulta tentador mencionar otras novelas gráficas canónicas que han encarnado un importante vehículo para la transmisión de la memoria histórica. Pero ¿es “Hierba” el “‘Maus’ (Art Spiegelman, 1980-1991) coreano”, como aseguran tantos comentarios presuntamente ditirámbicos? No, ni falta que le hace. Lo ideal es apartar las comparaciones y abrir sus páginas como quien se descalza dispuesto a pisar la hierba áspera y cortante que tapiza este testimonio vivo, tan duro como necesario. ∎

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