En una memorable escena al inicio de “La novelista y su película” (2022), la última entrega de la filmografía de Hong Sangsoo en llegar a nuestras pantallas, una joven enseña a la protagonista, la novelista del título, cómo expresar una frase en lenguaje de signos; ello conlleva varias repeticiones, hasta que las manos de la escritora se habitúan a ese idioma inédito para ella. La actriz que interpreta a este personaje, Lee Hye-young, ya apareció en la anterior cinta de Sangsoo, “Delante de ti” (2021), introduciendo con su fuerte presencia escénica y afilado verbo un soplo de aire fresco a la obra del surcoreano, poblada en su mayoría por mujeres recatadas y hombres pusilánimes. Aquí, no obstante, este dominio de la palabra es percibido por la propia escritora como un defecto (una sobreactuación, confiesa ella), a tal punto que, al inicio de la narración, esta se halla en busca de un lenguaje nuevo que la ayude a superar el bloqueo creativo del que adolece su carrera literaria. La solución se le aparece poco después, cuando a través de unos prismáticos prestados por un cineasta observa un parque cercano: uno de los característicos zum de Sang-soo barre el paisaje y se posa en una mujer que pasea por allí y que resulta ser una actriz retirada a la que da vida Kim Min-hee, pareja creativa y sentimental del director, en su papel más autobiográfico desde “En la playa sola de noche” (2017). Este encuentro entre el cine y el azar despiertan en la novelista el deseo de filmar una película, a partir de la cual se articulará el resto del filme.
Resulta difícil recomendar “La novelista y su película” a los no iniciados en la obra de su director, pues, a pesar de su hermoso acercamiento al cruce entre vida y arte, así como de las puntuales pero divertidas observaciones acerca de la guerra de sexos, se trata de una pieza marcadamente autorreferencial en la que el cineasta de Seúl profundiza en su particular búsqueda creativa; en este sentido, resulta muy interesante que incluso las obras más experimentales de Sangsoo exhiban el tono liviano y juguetón, por momentos equívoco, que hace de su filmografía un artefacto inimitable.