Vuelve con un nuevo trabajo Lorenzo Montatore (Madrid, 1983), tras la recopilación de obras breves en el libro “Obras incompletas 2015-2022” (ECC, 2022) y la excelente acogida de su anterior novela gráfica, “La mentira por delante” (Astiberri, 2021, mejor cómic de 2021 para Rockdelux). Con anterioridad ya atesoraba una carrera excepcional: “La muerte y Román Tesoro” (De Havilland, 2016), “¡Cuidado, que te asesinas!” (La Cúpula, 2018), “California Rocket Fuel” (Sugoi Ediciones, 2019) o “Queridos difuntos” (Sapristi, 2020) son pasos sólidos en una carrera que hoy podemos calificar de mayúscula. Una que queda rubricada este año con “Aquí hay avería”. Los signos de identidad siguen visibles, en primer plano: Bruguera, el cómic underground, la animación de la UPA, el color medido y narrativo, el trazo rotundo de Joan Miró, la psicodelia, los videojuegos de sabor vintage, el esperpento valleinclanesco, la métrica casi coplera en los diálogos… Todo vuelve a estas páginas que embriagan y completan un cómic sobre el abuso de las drogas.

Viti, un artista adicto a la “abisina” (sustancia inventada que se consume por gota en el ojo, arrastrándote a una hipérbole psicoactiva de amarillos incendiarios), es un protagonista con algo de espejo y expurgo personal. Me da por recordar cómo Dave Gahan, el cantante de Depeche Mode, usó la confesión pública de sus vivencias yonquis como parte de su propia sanación. En cierto modo podríamos decir que “Aquí hay avería” funciona como medida sanadora (de pasados propios y seguramente, como espejo, también de un lector hundido en semejantes vorágines) y lo hace desde ese sentido del humor oblicuo, tan personal entre la poesía romántica y el salivazo punki del autor.