Kate Winslet encaja los reveses de la vida con cara de pundonor y sufrimiento matizados.
Kate Winslet encaja los reveses de la vida con cara de pundonor y sufrimiento matizados.

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“Mildred Pierce”: toda una mujer

“Mildred Pierce” (HBO, 2011; se estrena mañana en Canal+), dirigida por Todd Haynes, está ambientada en la época de la Gran Depresión y basada en la novela homónima de James M. Cain, publicada en 1941. Joan Crawford protagonizó una adaptación cinematográfica en 1945 (“Alma en suplicio”, dirigida por Michael Curtiz) y con ella ganó el Óscar a la mejor actriz. Recomendamos aquí esta trama dramática de cinco episodios.

Aunque el mito se lo llevó “Casablanca” (1942), es probable que la mejor película que hizo nunca Michael Curtiz, si queremos considerarlo autor, claro, fuera “Alma en suplicio” (“Mildred Pierce”, 1945). Un melodrama arrebatado, turbio e intensísimo que ensanchaba la novela original de James M. Cain con elementos de cine criminal en una certera estrategia de la Warner Bros. para que los espectadores masculinos post IIGM también fueran a ver una women’s picture y los femeninos, un film noir. Hibridaciones orientadas a la taquilla aparte, el caso es que “Alma en suplicio” queda para la historia como un melodramón del subgénero “madre sufridora con hija desagradecida-envilecida” –junto a otros ilustres ejemplos como “Stella Dallas” (King Vidor, 1937) o “Imitación a la vida” (Douglas Sirk, 1959)–, como uno de los highlights de la carrera de la gran Joan Crawford y, sí, como una obra maestra del Hollywood clásico.

¿A qué viene todo este flashback? Pues a que Todd Haynes no lo tenía precisamente fácil a la hora de hacer un remake de “Mildred Pierce”. El referente era mucho referente. A no ser que… se considerase el filme de Curtiz precedente y no referente. Por eso, esta miniserie de cinco episodios auspiciada por la HBO que estrena entre nosotros Canal+ es, en realidad, una nueva adaptación de la misma novela de James M. Cain más que un remake de “Alma en suplicio”. Así que, de saque, ya desaparece del relato el elemento del crimen, que diría Von Trier. Haynes, con la ayuda de Jon Raymond, ha dedicado cinco horas largas al melodrama puro; al retrato penetrante y pormenorizado de una mujer que pierde la gracia y gana la lucha. Sacrificada y emprendedora. Víctima y heroína.

Con Guy Pearce, bon vivant decadentista.
Con Guy Pearce, bon vivant decadentista.
Contextualizada en la Gran Depresión estadounidense de los años treinta, “Mildred Pierce” habla de la dignidad, de la supervivencia en tiempos de crisis. Porque, como ya hizo Todd Haynes en la también maravillosa “Lejos del cielo” (2002), sus ejercicios de estilo retro no son precisamente caprichos vintage. Son obras que hablan de hoy desde el ayer. Hay algo así como una moraleja actual (alentadora, incluso diría que esperanzadora) en la historia de esta ama de casa separada que nunca baja los brazos y hasta consigue salir adelante en una época de terrible recesión.

No sería justo pasar por alto el trabajo de Kate Winslet, a la que tan bien le sientan estos personajes de otra época, en esta “Mildred Pierce”. Vale, no será Joan Crawford, pero su composición tiene la hondura psicológica que reclama esta protagonista de vidrio: dura y frágil a la vez. Rebosante de carácter, pero acuciada por tormentos varios, la Mildred de la Winslet encaja los reveses de la vida con cara de pundonor y sufrimiento matizados. El calvario de disgustos que le sirven su indomable hija (excelente también Evan Rachel Wood, que en 2003 ya interpretó a otra hija de bofetón en “Thirteen” de Catherine Hardwicke) y su voluble amante (Guy Pearce como un bon vivant decadentista, que se diría escapado de las páginas de Scott Fitzgerald) podría haber sido un bufet libre para cualquier otra drama queen. Pero Kate Winslet retiene y suelta su acting a placer. O quizá a las órdenes del siempre talentoso y siempre a contracorriente Todd Haynes. Él es el tipo que con “Mildred Pierce” ha devuelto el prestigio y la nobleza al melodrama, un género abaratado en la pequeña pantalla demasiadas veces como para ser enumeradas. ∎

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