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Serie

Mindhunter

Joe Penhall

(T1, Netflix)

Por Xavi Serra

Rockdelux 367 (Diciembre 2017)

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“Mad Men” inauguró una particular fascinación de las series norteamericanas con el siglo XX como laboratorio de pruebas donde se forja nuestro presente. “Masters Of Sex”, “The Knick”, “Vinyl”, “The Deuce”, “Boardwalk Empire”, “Morir de pie”… Con sus diferencias, todas funcionan como origin story o relato de pioneros sobre un ámbito particular, ya sea la cirugía, la pornografía, el crimen organizado, la stand-up comedy... Con “Mindhunter” (Netflix, 2017) nos asomamos a los albores de la criminología aplicada al estudio de los psicópatas, asesinos en serie sin móvil aparente que hacen inútiles los métodos tradicionales del FBI. El foco se posa en dos agentes que, a finales de los setenta, entrevistan a psicópatas convictos para elaborar un perfil que catalogue, explique y ayude a resolver unos crímenes que desafían la lógica y la moral.

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“Mindhunter” no alimenta la alegría de la caza ni el culto del asesinato como puesta en escena, tan habitual en el género del psicothriller; aquí el escalofrío surge de la intimidad creada con el monstruo, de la chanza compartida y del terror que se infiltra dentro de ti cuando te asomas a la insondable banalidad del mal. Por eso, la serie abre el foco a la vida privada de sus protagonistas no por inercia, sino para contemplar el eco del horror que se propaga en forma de masculinidad tóxica.
La serie, concebida por Joe Penhall, también rehabilita la figura como creador televisivo de David Fincher –aquí, productor ejecutivo y director de cuatro episodios (los dos primeros y los dos últimos)– después de su algo impersonal aportación a “House Of Cards”. En “Mindhunter” sí se percibe la impronta de Fincher, aunque menos por la reincidencia en el tema del serial killer de “Seven” (1995) que por el vértigo ante la falta de certezas de “Zodiac” (2007) y el amargo pesimismo que siempre late bajo la superficie de las obras del director. ∎

El eco del horror que se propaga.
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