Película

Palm Springs

Max Barbakow

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“Es una de esas situaciones de loop temporal infinito de la que quizá has oído hablar”. Con este comentario descaradamente meta, el enésimo niño grande interpretado por Andy Samberg le describe a su partenaire, la televisiva Cristin Milioti, el embrollo con sabor a déjà vu que pone en escena “Palm Springs” (2020; Movistar+, 2021). Se trata, claro está, de una variación en formato dual de la suculenta fórmula de “Atrapado en el tiempo” (Harold Ramis, 1993). Aquí, la peripecia en bucle es compartida por un chico (un Virgilio estoico) que debe guiar a una chica (una Dante melancólica) a través de su particular Infierno-Purgatorio. Aunque, en realidad, se diría que estamos en el paraíso de aquella Nueva Comedia Americana de principios del siglo XX: un territorio fragmentario en el que hibridar géneros –a la manera del humorismo surrealista y fantasioso de la memorable “Click” (Frank Coraci, 2006), con Adam Sandler– y regodearse en la arqueología pop, como en el número musical, a medio camino entre “Dirty Dancing” (Emile Ardolino, 1987) y “Pulp Fiction” (Quentin Tarantino, 1994), que Samberg y Milioti bordan al son del ochentero “Megatron Man” de Patrick Cowley.

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Emparentando la química actoral y la física cuántica, “Palm Springs”, dirigida por el debutante en el largometraje de ficción Max Barbakow, demuestra que el dispositivo narrativo del día-de-la-marmota funciona como la metáfora perfecta de la naturaleza lampedusiana del cine, un arte propenso a correr a toda prisa sin moverse del sitio. En este caso, las cabriolas de humor grueso y el juego de cambios de punto de vista ocultan una suerte de tercera iteración del vía crucis de ruptura y enamoramiento de The Heartbreak Kid, en el que Samberg cubre con una gruesa capa de hedonismo cervecero las neuróticas encarnaciones previas de Charles Grodin en 1972 y Ben Stiller en 2007.

Puestos a verle pegas, “Palm Springs” explicita, a las primeras de cambio, el viaje de su Sísifo moderno del nihilismo al existencialismo y a la redención sentimental. Sin embargo, el escaso margen para el misterio y la relativa monotonía de su gramática indie es compensada por un buen trabajo de arquitectura narrativa, que logra ordenar los factores y dar sentido a esta tradicional comedia romántica disfrazada de filme-puzle posmoderno. ∎

“Palm Springs”: comedia romántica por repetición.
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