Instigada por su hija Jesse, Patti Smith (Chicago, 1946) abrió su cuenta de Instagram el 20 de marzo de 2018, un espacio para el recuerdo con fotografías y pequeños textos de acompañamiento. Esta es la génesis de “El libro de los días” (“Book Of Days”, 2022; Lumen, 2023), el diario de un año de la firmante de “Horses” (1975), una hoja de ruta con “trescientas sesenta y seis maneras de decir hola”.

Polaroids, imágenes captadas con el móvil y fotografías ajenas –hay instantáneas firmadas, por entre otros y otras, Bob Gruen, Anton Corbijn, Yoko Ono, Lynn Goldsmith, Michael Stipe y Jem Cohen– desfilan para celebrar y recordar –con brevísimos textos de exquisito aliento poético– nacimientos, muertes y acontecimientos históricos en un bellísimo collage cultural que es, por supuesto, un preciso mapeo de las inquietudes e influencias de la artista norteamericana. En este jardín de senderos infinitos aparecen Robert Mapplethorpe, Fred “Sonic” Smith y Sam Shepard; Murakami y Kurosawa; Borges y Bolaño; Dylan Thomas y Mary Shelley; Bob Dylan y Kurt Cobain; Rimbaud, Apollinaire, Genet, Baudelaire y Nerval; John Coltrane y Andréi Tarkvoski; Picasso, Jackson Pollock y Diane Arbus; Jimi Hendrix, Goethe, San Francisco de Asís y Elvis Presley; Édith Piaf, Cocteau, John Lennon, Eric Dolphy y Nicanor Parra; Glenn Gould, Anna Ajmátova, Maikovski, Gógol, Hank Williams, Tólstoi y Marie Curie; William S. Burroughs, Gregory Corso, Allen Ginsberg, Werner Herzog, Godard, Lou Reed –a quien dedica la única nota no plenamente laudatoria del volumen: “no siempre comprendí la intensidad de sus cambios de humor”, apunta–, Pasolini, Giotto, William Blake, Frank Zappa, Dante, Maria Callas, Emily Dickinson, Yasujiro Ozu, Joan Didion, Osamu Dazai, Jim Carroll, Nelson Mandela, Walt Whitman, Sylvia Plath, Joan Baez y… Una lista apabullante de nombres de la alta cultura y del planeta outsider que engarza escritores, músicos, pintores, escultores, arquitectos, fotógrafos, cineastas, poetas, activistas, familiares, amuletos, amigos y místicos: Patti Smith en su mar de coral ideal, rodeada de espíritus afines y ofreciéndonos sus huellas como brújula para reconfortarnos en nuestro peregrinar terrenal: “Las entradas y las imágenes son llaves que abren la puerta de los propios pensamientos. A cada una de ellas la rodea la reverberación de otras posibilidades”.

Una guía final de lecturas recomendadas redondea un precioso libro-delicatessen para leer y observar sin prisas y con los sentidos alerta, para dejarse herir por estas “flechas, dirigidas al corazón cotidiano de las cosas”. ∎