Serie

Tulsa King

Taylor Sheridan(T1, SkyShowtime)
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Siempre hubo una relación entre Sylvester Stallone y sus personajes: es un triunfador que hace de triunfador. Como Rocky en el boxeo, Stallone llegó sorpresivamente a la cima en Hollywood como guionista, actor y empresario de sí mismo después de empezar desde muy abajo. En “Tulsa King” (2022; estrenada en España el pasado 28 de febrero), su primera incursión en el universo de las series, creada por Taylor Sheridan, Stallone también empieza como plebeyo y, a juzgar por la primera temporada (la segunda está en marcha), termina siendo el rey, aunque esta vez la épica tenga mucho de ironía. Como Dwight “El General” Manfredi, un mafioso italoamericano que sale de la cárcel y la famiglia lo envía a fundar una sucursal en la remota y apacible Oklahoma, Stallone tiene 75 años e intenta conquistar un nuevo territorio.

La serie tiene una premisa que se presta para el lucimiento de los guionistas: el anacronismo de Manfredi, un mafioso de la vieja escuela al que le cuesta adaptarse a las nuevas costumbres, como la de no usar dinero en efectivo o estar al tanto de las modas. Pero Manfredi, como Stallone, es un líder carismático y sabe imponer su estilo al negocio: amable y caballeresco, es capaz de golpear y extorsionar, pero también de persuadir y de compartir. Así va armando una banda multirracial de marginales unidos por el afecto y la solidaridad. Ese apego a los viejos valores de la sencillez frente a la arrogancia le permite combatir a sus tres enemigos principales: sus socios mafiosos, que han decidido eliminarlo, una banda de moteros con la que disputa el territorio y la ATF, la agencia contra el alcohol, el tabaco y las armas, acaso la menos glamurosa de las organizaciones de seguridad de Estados Unidos, con una de cuyas agentes Manfredi tiene una complicada relación sentimental.

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Una serie en la que un cuidador de caballos dice que hay que desconfiar de ellos porque son bichos infames, capaces de correr y de cagar al mismo tiempo, no puede ser del todo mala. También contribuye a su gracia cierta ambigüedad política. Stallone es republicano como Manfredi, cuyo nombre de pila y apodo provienen de Eisenhower. Su conservadurismo, sin embargo, lo distancia de Trump y lo acerca a la mayoría de quienes añoran un pasado que no es el de engrandecer la nación a gritos. Mientras que el más malo de los mafiosos exige que la familia Invernizzi vuelva a ser lo que fue Manfredi, en cambio, se permite citar calmadamente al muy izquierdista Woody Guthrie: “Esta tierra es tuya y es mía”. Su paraíso perdido es el de la libertad del hombre común para poder hacer su vida, es decir, para poder delinquir tranquilo, de un modo igualitario, sin necesitar de los privilegios que el sistema otorga a los grandes criminales. Ese paraíso se expresa en el sueño de Manfredi de ser el dueño de un bar en el medio del campo, a la vieja usanza, en la que todo puede consumirse, la música es buena, las chicas son lindas y en el fondo funciona un casino. “Tulsa King” vuelve a contar la historia del peón devenido empresario en base al esfuerzo y la simpatía: es la América de Stallone. ∎

Sly Stallone, normas de vieja escuela.
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