Si alguna vez has sentido debilidad por Jimmy Scott, Nina Simone, Lotte Lenya, Billie Holiday, Judy Garland, Ella Fitzgerald, Ray Charles, Otis Redding, Scott Walker, Diamanda Galás, Elisabeth Fraser, Boy George, Klaus Nomi, Kate Bush, Marc Almond, Alison Moyet o Bryan Ferry, juntos y revueltos, o por separado, la voz de oro del andrógino Antony, erigido en portavoz de “ese” tipo de sensibilidad, debería dejarte pasmado con tanta belleza concentrada. Este inglés afincado en Nueva York que se estrenó con el extraordinario
“Antony And The Johnsons” (2000) tenía un sueño: ser un artista travestido bañado en luz azul, como Isabella Rossellini en “Terciopelo azul”, cantando a las 3 a.m. en algún tugurio nocturno (
“Here in the city that never sleeps”, susurraba en ese debut, recientemente reeditado). Finalmente, parece que conseguirá algo más que eso.
En su nuevo disco colaboran Lou Reed, Devendra Banhart, Boy George y Rufus Wainwright (también su amig@ sexagenari@ Julia Yasuda, hermafrodita de origen japonés habitual de la trasnoche neoyorquina recitando un poema,
“Free At Last”) para relanzar la trayectoria de un tipo enorme que todavía no ha perdido la inocencia.
La voz neooperística de
Antony, marcada por la tradición negra, arranca lamentos con el desgarro del blues y la catarsis del soul, y se adorna con los melismas del góspel. El acompañamiento clásico de su música supura romanticismo; podría ser jazz o también dark cabaret gay, pero siempre de categoría superior. En sus letras, vulnerables, hay deseo pero también oscuridad, la que sugieren las heridas de la soledad, la pena y el dolor que conlleva la sumisión ante la dominación en las relaciones de amor y/o sexo. La música de Antony es dramática, emocional y lírica porque Antony vive la vida de una manera dramática, emocional y lírica.
Él fue quien cantó “Candy Says” en los conciertos de la gira 2003 de Lou Reed que dio pie al disco en directo “Animal Serenade” del ex-Velvet. Y nadie mejor que Antony para releer la historia
drag del mito warholiano Candy Darling; su foto viste de glamur y tragedia la portada de este
“I Am A Bird Now” y ofrece la pista definitiva sobre el mundo primero soñado y después vivido por Antony:
“Candy says I’ve come to hate my body…”.