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El sello Sublime Frequencies, con sede en Seattle y dirigido con mano maestra por Alan Bishop y Hisham Mayet, más que una discográfica al uso es un colectivo de exploradores dedicados a rescatar oscuras grabaciones, en especial del Sudeste Asiático, Magreb, Oeste de África y Oriente Medio. Sus tiradas suelen ser reducidas, con discos que abarcan grabaciones de campo, recopilatorios folk y pop, collages radiofónicos y DVDs. Desde 2014, tienen una página en Bandcamp que permite escuchar su suculento catálogo en streaming.
Tampoco desdeñan apoyar a artistas contemporáneos, como es el caso del burkinés Mamadou Sanou, alias Baba Commandant, del que han editado sus tres discos al frente de The Mandingo Band: “Juguya” (2015), “Sira Ba Kele” (2018) y el reciente “Sonbonbela” (2022). En todos ellos se dedican a explorar una fusión que mezcla afrobeat, música mandinga y afrorock, en un potente sonido guiado por la extraordinaria guitarra de Issouf Diabaté, también coautor de los temas, uno de los héroes de las seis cuerdas más imaginativo del África Occidental. Así, los grooves inspirados por Fela Kuti conviven en total armonía con los ritmos originarios de los cazadores mandingas, presididos por el indispensable sonido del kamele n’goni –y también del donso n’goni del que procede, de tono más grave y con menos cuerdas, el instrumento por excelencia para loar las hazañas de los donso, los cazadores de Burkina Faso y Mali–, una especie de arpa laúd, a medio camino del n’goni y el kora, que resultó determinante en la ascensión de la música Wassoulou.
Baba, más que un griot al uso, es una fuerza de la naturaleza que se entrega a fondo, completamente imbuido de la música que inventó Fela Kuti, pero a la vez aportando matices propios de su cultura, en un sonido old school que está a las antípodas del actual afropop. Con una voz desafiante, rasposa y profunda, al frente de una engrasada banda con una poderosísima sección de ritmo, formada por el bajista Wendeyida Ouedraogo, propulsando el sonido hacia la solidez del rock, y el batería Abbas Kabore, en la línea del mejor Tony Allen, al que complementa a la perfección el balafón –marimba de madera característica del Oeste de África–, tama y otras percusiones de Nickie Dembele.
Originario de Bobo-Dioulasso –la segunda ciudad de Burkina Faso, tras la capital Uagadugú, situada al oeste del país, cerca de las fronteras de Malí y Costa de Marfil y famosa por su gran mezquita–, Baba es un personaje excéntrico, muy respetado por la comunidad musical de su país. Empezó de niño como bailarín de la troupe teatral Koule Dafourou. Luego, tras foguearse en varios grupos, logró por fin perfilar un proyecto propio, que primero se llamó Dounia y luego Afromandingo. Tras varios años de penalidades, conectó con el productor francés Camille Louvel, indispensable en su carrera, ya transformado en Baba Commandant. Buscó la inspiración en Fela Kuti y su grupo Africa 70, en King Sunny Adé y en el malí Moussa Doumbia, cuyo álbum funk-rock “Keleya” (1977) es una gran influencia. También colaboró con su ya fallecido paisano Victor Démé, del que versionan el tema “Séré Jugu” y lo convierten en una apisonadora de ritmo, presidido por las incandescentes cabriolas de la guitarra del gran Issouf Diabaté y el ritmo trepidante de la batería.
En total, son siete temas, poco más de media hora de música que se abre con “Chasser les sachets”, con la energía del afrobeat. La producción de Camille Louvel logra un sonido corpulento que, no obstante, en “Kameleba” permite que se aprecie con claridad el característico sonido cristalino del kamele n’goni y la calidez de la madera del balafón, sin prescindir en ningún momento de una guitarra eléctrica que es pura ambrosía. La mezcla perfecta entre afrobeat y música mandinga la ejemplariza “Afro mandingo”, que es como Fela Kuti pero cambiando saxo por una incisiva guitarra, entre cascadas de percusiones y adornos de donso n’goni y balafón.
“Semayala” es una melopea griot que induce al trance, con voces de llamada y respuesta y una guitarra que de nuevo da lustre afrorock por encima de unos balafón y kamele n’goni que añaden sustrato local a la explosiva mezcla. En el tema titular, “Sonbonbela”, el guitarrista es Simon Chenet, que aporta una inmersión en la música juju sin apartarse a la vez del canon afrobeat, con derivadas blues-rock y efectos wah-wah arropando la corpulenta voz del líder . La despedida, “Wariko”, no baja un ápice el acelerador del ritmo, dejando a la vez lucirse el kamele n’goni, en un duelo incruento con la torrencial guitarra que sirve para rubricar un sonido frondoso, original y muy bailable. ∎