El sistema elegido por Beach House para desplegar la continuación de “7” (2018) tiene, a la vez, toda la lógica y toda la crueldad. Toda la lógica porque al dividir este nuevo repertorio en cuatro entregas, cuatro supuestos EPs, están asegurándose que los blogs musicales hablen cuatro veces y no solo una del lanzamiento de su nuevo álbum. (Es una estrategia similar a la utilizada por Belle And Sebastian entre 2017 y 2018 con “How To Solve Our Human Problems”, aunque ellos insistieran en que el resultado final era recopilatorio de EPs).
Y toda la crueldad porque hay ansia en conocer, experimentar, en toda su (larga) extensión la que se presenta como una obra expansiva, diversa, emotiva, enésima prueba de la incapacidad de Beach House para ser infieles a sí mismos (coherencia, o belleza, ante todo) y para repetirse sin más. El primer EP revelaba la principal sorpresa de “Once Twice Melody” (2022): una sección de cuerda real, algo inédito en el grupo, que a la altura de “Pink Funeral” parecía poseída por el espíritu de James Bond. Otra (relativa) sorpresa de esta referencia: una década después del que parecía su disco definitivo (“Bloom”, de 2012), Beach House siguen mirando elegantemente por encima del hombro a cualquier competición dream pop y entregando himnos a la altura solo de Beach House; en este caso, “Superstar”.
En el segundo capítulo, la canción clave es “New Romance”, nuevo gran ejemplo de lo inasible y lo inimitable de BH. Su forma de estrujarnos el corazón con canciones que parecen llenas de posibilidad y escapismo, pero en las que se alojan, traicionando cualquier mensaje new age, la tristeza y las sombras. Pese a lo que pueda indicar el título, “New Romance” es la historia de una separación. De nada sirve usar el estribillo para pronunciar un precioso acrónimo: “I-L-Y-S-F-M” (“I Love You So Fucking Much”). En el puente llega una de las pocas veces (tras “One Thing” y “Woo”) en las que Victoria Legrand ha dicho “joder” en una canción. “‘Joder’, dijiste, esto empieza a parecer el final”.
El resto de temas quizá no golpeen tan fuerte, pero resultan altamente satisfactorios. Buena parte de los más de siete minutos de “Over And Over” están dedicados a una outro en la que Legrand y Scally juegan a ser Chromatics y dejan sin aire. “Once Twice Melody” se solidifica como un disco de cinematográfico (retro)futurismo, con los beats más contundentes y los más hipnóticos arpegios de sinte que el grupo se haya marcado hasta ahora. Mientras suena “Runaway”, con la voz de Legrand vocoderizada, no cuesta nada imaginar una colaboración con Oneohtrix Point Never, otro amante de los sintetizadores vintage y el pop barroco. “ESP” no es versión de Bee Gees, pero podría serlo de algún tema perdido de Procol Harum, una comparación que ya invitaban a hacer, queriendo o sin querer, en sus primeros días bedroom pop.
Habrá que esperar al 10 de enero para el tercer episodio y hasta el 18 de febrero para poder hacer binge-listening de “Once Twice Melody”, aparente magnum opus, seguramente su obra más inspiradora (pese a la tristeza) desde “Bloom”. ∎