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CAN siempre fue un organismo vivo y cambiante. Por eso, cuando algunos pusieron en duda la andadura de la banda alemana tras la marcha de su cantante Damo Suzuki, justo después de la que siempre se ha considerado su etapa mayúscula –“Tago Mago” (1971), “Ege Bamyasi” (1972) y “Future Days” (1973), sin olvidar trabajos previos con el anterior cantante, Malcolm Mooney–, ellos respondieron asumiendo colectivamente las partes vocales. Pero en este concierto registrado en Stuttgart, en 1975, las voces quedaron por completo desterradas.
Compilado y editado por Irmin Schmidt y quien fuera productor e ingeniero de la banda en aquellos años, René Tinner, “Live In Stuttgart 1975” es lo más parecido a una prolongada jam session de hora y media, dividida en dos compactos, el primero de 70 minutos y el segundo de 20, y conformada por cinco piezas sin título que son en realidad largos pasajes completamente nuevos junto a toques, fragmentos o referencias de temas grabados con anterioridad.
Sin los hipnóticos y cadenciosos soliloquios de Suzuki, el cuarteto –la esencia– que formaron Schmidt, Michael Karoli, Holger Czukay y Jake Liebezeit se lanzan hasta la verdadera extenuación en improvisaciones siempre controladas por el teclado de Schmidt, el guía, el verdadero sostén, con un Karoli superlativo a la guitarra –el Jimi Hendrix del krautrock, más que nunca en este caso– y ese ritmo al metrónomo de Liebezeit que solo él sabía cómo lograr.
No están “Vitamin C”, “Mushroom” o “Spoon”, al menos en el sentido estricto de la palabra. Tampoco “Full Moon On The Highway” o “Red Hot Indians”, dos de los temas de “Landed” (1975), el disco que publicaron aquel año. Pocos grupos podían permitirse el lujo de hacer conciertos solo instrumentales cuando la voz, tratada como un instrumento más por encima de la expresión de unas letras, había sido tan determinante en su sonido. Nunca hubo un problema que CAN no pudieran solucionar. Este disco es una (otra) buena prueba de ello. ∎