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Cathy Claret ha realizado la inmersión romaní más profunda en su carrera de la que se tiene constancia. Lo que, dado su historial, dice mucho. Y es que la gitana canastera de Nimes ha creado las canciones y el concepto de su disco, “Así soy yo”, entre los barrios barceloneses de La Mina (Sant Adrià de Besòs) y San Roque (Badalona); en este último grabó el vídeo del single que da nombre a una entrega musical en la que la artista se sirve del apoyo de su sello japonés, Respect Record. “La diva de la voz susurrante”, como la llamaron en la escena Shibuya-kei, colabora en esencia con artistas jóvenes, gitanos, como Che (coproductor, junto a ella misma, del disco) o Eugenio Santiago, entre otros, para casar su estilizado –que no estirado– pop delicado con la rumba y tomando el pulso a los ritmos del barrio del momento.
La contagiosa “Agua Coca Cola, fregasuelo verde” abre el álbum y es una declaración de intenciones, en contra de los prejuicios con respecto al gueto y a favor del goce encarnado en las mujeres, particularmente. El fraseo, delicioso, de estas palabras, sintetiza la sencillez, arropada por el ritmo reguetonero, con algunas barras reivindicativas y el jaleo de rigor, que rematan voces femeninas y el “olé echo chamber” suspendido, evocación de la vida libre al raso. La rumba impregna “Así soy yo” (compuesta al alimón con Juanito Motos, también en “Las dudas”), donde Claret repasa líricamente su trayectoria musical, la de la compositora de “Bolleré” que empezara cofundando la Bel Canto Orchestra junto a Pascal Comelade, en 1983; una vez más, demuestra su pasmosa facilidad para convertir lo sencillo en efectivo. El atípico hit de la Cathy, vamos. En “Baby Blue” regresa al pop francés rebosante de melancolía que se acompaña de las palmas y la intervención de una poderosa Soleá Morente que dota de intensidad a la canción, más flamenca a cada compás (con final spoken word). Otra de las estrellas romaníes invitadas es el percusionista Israel Suárez “Piraña”, en esa balada triste que compuso en vida Ray Heredia, “Alegría de vivir”, con su inevitable punto estremecedor. El frágil y delicado timbre de Cathy se encuentra en su elemento cantando por Jeanette en otro baladón, “Porque te vas” (de Perales, en este caso).
Como todos los artistas grandes, Claret no mata a sus ídolos, que nunca se cansa de reivindicar (de Willy DeVille a Jane Birkin, Las Grecas o Manzanita). Su “Sunny”, levemente electrónico y con la flamencura de rigor que impregna el disco, es un experimento que traslada la canción de Bobby Hebb a un contexto más contemporáneo. En “Comme ci comme ça” la francesa se alterna con Lin Cortés en las voces, en un corte sumamente agridulce que da paso a otra demostración de la capacidad de la artista para vivir siempre en su tiempo. “Sola estoy / no necesito a nadie / sola estoy / andando por la calle…” son versos poderosos a fuerza de reiterativos en una descarada incursión en el trapeo; nada extraño, puesto que las junteras de la Cathy se dan a pie de calle, donde el flamenco se suma a los sonidos urban, sobre todo entre la gente más joven. Con la guitarra y la voz de Raimundo Amador en “Rayo” –grabado en 2018–, y una llamada a la esperanza finaliza lo nuevo de Claret… única, como ella sabe, en su especie. ∎