Desde 1996, cuando empecé a colaborar en Rockdelux, siempre que he escrito una reseña de lo que sea o he hecho una entrevista a quien sea, me la han publicado. Que en veinticinco años, un cuarto de siglo, son unas cuantas. Siempre... excepto, ojo, en una ocasión: cuando entrevisté al venerable bluesman R.L. Burnside (que en paz descanse), a quien tanto he admirado y admiro. Me pagaron el artículo que entregué, cierto, pero no se publicó, cierto también. Que si por falta de espacio, que si porque tal y cual. Corramos el tupido velo. Me sentó fatal. Y tengo que decirlo: había sido una entrevista bien, bien interesante.
El motivo del telefonazo a aquella población de Mississippi (¿Holly Spring?) era que R.L. acababa de sacar el disco “Wish I Was In Heaven” (2000), una obra de ambient blues en toda su excelencia, incomprendida en su momento y también después. Póntela, pónsela. Hazlo y comprueba que si era buena entonces, en 2021 aún más. El caso es que en aquella entrevista R.L., además de explicar cómo y por qué había matado a alguien disparándole años ha, no paraba de disculparse porque tenía a un nieto en sus rodillas y le impedía concentrarse en las respuestas. ¿Era ese nieto Cedric Burnside? No, no lo era, porque Cedric había cumplido ya entonces veintidós años y en las rodillas de su abuelo no iba a estar sentado. Pero me viene bien citarlo para atar un nudo con el otro, ahora que estás leyendo la reseña de su noveno álbum.“I Be Trying”, que es un pepinazo de blues rural montañoso, crudo e indómito, ese que mamó de sus ancestros y vecinos (R.L., etcétera), con un punto transoceánico que recuerda a Corey Harris antes de que se le fuera la cabeza allá por 2005, cuando Corey era un antropólogo fabuloso, ¡parecía la escritora Toni Morrison!, que te podía llevar desde un pantano de Virginia hasta la casa de Ali Farka Touré (y de hecho te llevaba: oh, desde “Greens From The Garden”, de 1999, hasta “Mississippi To Mali”, de 2003, qué cuatro crujientes discos se marcó). Porque aquí, en “I Be Trying”, Cedric hace algo similar, y nos lleva hasta Mdou Moctar (ejemplo: la canción “Hands Off That Girl”) con una facilidad y confianza suaves, cero premeditadas. Y que encima están muy guapamente envueltas de certeras letras de motivación y advertencia. What else! ∎