Álbum

Drake

Certified Lover BoyOVO-Republic-Universal, 2021

Drake lanza su último disco, “Certified Lover Boy”, en medio de una tormenta mediática. Publicado apenas una semana después de ver la luz “Donda”, la obra más espiritual de Kanye West. El de Canadá y el de Chicago llevan un tiempo sin esconder sus diferencias (más o menos sutilmente) y, aunque nos gustaría disociar ambas obras, parece imposible una vez escuchado el disco a fondo. Pero lo haremos.

Dicho esto, eso no quita para (y que me perdonen sus fans) que la sensación general tras escuchar el disco se pueda definir como una combinación de hastío y la sensación de que estamos ante una obra inacabada o apresurada. Lo primero tiene fácil explicación: la fórmula con la que ha topado Drake es tan exitosa, medida en términos de notoriedad social (es decir, de redes sociales, de ahí las cursivas), que es muy difícil renunciar a la misma. Lo segundo no tiene excusa, habida cuenta de que una pandemia se ha cruzado por en medio del lanzamiento.

Los pecados de este “Certified Lover Boy” están claros: los mismos punchlines pensados por y para el ámbito digital (antes era Twitter, ahora TikTok, qué más da), el mismo egotrippin’ de hombre exitoso hecho a sí mismo, su habitual querencia reciente por picotear en otras geografías (en los últimos años son ritmos oscuros en la herencia grime o más cálidos y vibrantes directos de países caribeños), el listado habitual de colaboraciones que no debe fallar en un lanzamiento de este tipo (Future, Lil Wayne, ahora Lil Baby…) y que acaban por otorgar las mismas texturas a todos los lanzamientos que son carne de lista ‘Billboard’...

Por supuesto, esto no significa que el camino auditivo no tenga puntos álgidos. “No Friends In The Industry” es una masterclass sobre cómo alumbrar un tema rap en pleno 2021: sin reinventar la rueda, pero tocando las teclas adecuadas. “Fucking Fans” bebe de la mejor tradición del R&B comercial. En cuanto al resto de colaboraciones, merece la pena destacar el diálogo que se produce con 21 Savage, la melancolía melódica de Kid Cudi o la siempre certera aportación de Ty Dolla $ign. Pero si hablamos de momentos álgidos, hay que hablar también de valles. Temas como “Girls Want Girls” son sonrojantes y están totalmente fuera de lugar. El binomio “Champagne Poety” y “Papi’s Home” que actúa como introducción al álbum solo ahonda en esa sensación que tenemos por momentos de estar masticando arena.

Y, precisamente, la sensación que deja “Certified Lover Boy” es todavía más agridulce cuando analizamos el disco en su conjunto. A nivel sonoro, posiblemente las partes más agradables del LP las encontramos en los momentos en que Drake brilla él solo, llevando sobre sus hombros la parte lírica y musical, y nos recuerda su capacidad para generar hits y flotar sobre ritmos tremendamente mainstream pero acertados. Sin embargo, si bajamos al detalle, lo que nos encontramos es mucho menos positivo: toxicidad, una exaltación del ego que no tiene lugar en el aquí y en el ahora, y juegos de palabras que envejecen mal antes de las 24 horas que duran los Instagram Stories. La finitud de las redes sociales era esto. En general, la idea con la que abandonamos su escucha es que al conjunto final le sobra media hora, le sobra testosterona y le falta un A&R trabajando para que no tuviésemos la idea de que en 2021 no basta con ser Drake para triunfar. ∎

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