Casi un cuarto de siglo después de “Temperamental” (1999), el dúo británico compuesto por Tracey Thorn y Ben Watt lanza su undécimo álbum, “Fuse”, que parece una continuación natural de aquel último trabajo pero al mismo tiempo recoge buena parte de las influencias del dance y el downtempo del siglo XXI, así como de las más antiguas provenientes del soul, la new wave y el jazz.

Durante estos veinticuatro años, el matrimonio Thorn-Watt siguió componiendo discos aunque estrictamente por separado, porque hacerlo en conjunto y mantener una familia parecía imposible. De hecho, cuando comenzaron a grabar las primeras demos para este álbum las etiquetaron como TREN, Tracey y Ben, ya que este último se negaba a rotularlos como Everything But The Girl.

“Nothing Left To Lose”, el tema con que abre el disco, nos retrotrae inmediatamente a los noventa con la sedosa voz de Thorn, potenciada por las bases deep house que le otorgan un sonido similar a “Walking Wounded” (1996). En contraste, “Run A Red Light” es una balada con resabios new wave de su disco “Love Not Money” (1985), pero con un piano y una ambientación que evocan a las últimas composiciones de Radiohead. Otro tanto ocurre con el piano en “When You Mess Up”. En cambio, la voz de Thorn adquiere una gravedad rugosa, íntima, a lo Nina Simone, que por primera vez se altera con Auto-Tune como una pequeña transgresión del dúo.

Desde sus inicios el grupo ha saltado sin complejos del jazz-bossa nova de “Eden” (1984) –su debut– al pop orquestal de “Baby, The Stars Shine Bright” (1986) o a la balada pop de “Idlewild” (1988), provocando constantes rupturas en su propia música, aun a costa de perder fanáticos en ese camino. Así hasta el éxito del remix de “Missing” (1994), de Todd Terry, que los hizo evolucionar dentro de la electrónica durante el resto de aquella década.

Sin embargo, uno de los elementos constantes de su estética ha sido la calidez, profundidad y limpieza de la voz de Thorn, que en este trabajo es intervenida con Auto-Tune para crear capas, como en “Karaoke”, donde se combina con la voz de Watt, entramando armonías corales que por momentos generan contrapuntos como diálogos. “Lost” ahonda más en estas distorsiones vocales para expresar el dolor de la pérdida materna y se transforma en pura oscuridad con el mismo recurso en “Interior Space”, un grito de libertad ante la condición humana y femenina. Más hedonista, “No One Knows We’re Dancing” resuena al sophisti-pop de “The Language Of Life” (1990), aunque lo tendemos a identificar inevitablemente con Sade. Este espíritu de nightclub con cuestionamientos existenciales se repite en “Time And Time Again” y llega a su punto culminante en “Caution To The Wind”, donde las palmas moduladas y el sintetizador nos llaman a la pista de baile.

Así, “Fuse” se deja escuchar como un disco electrónico totalmente contemporáneo con un sabor a nostalgia del trip hop y house de los noventa, que apela a sus influencias más antiguas para revivir lo que una vez fue Everything But The Girl. ∎