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Hay mucho atrevimiento y actualidad en -Gailu, algo extensible a casi la totalidad del catálogo del sello guipuzcoano Bidehuts, hogar natural de muchos de los grupos y artistas del rock más vanguardista, autogestionado y comprometido de un territorio especialmente dado a ello. El origen de -Gailu habría que ir a buscarlo casi cuatro décadas atrás con los primeros pasos del grupo de Andoian BAP!!, en aquellos mediados 80 de furia y hardcore, continuado luego en la grabación del segundo álbum, “Gure jarrera” (1991), de Negu Gorriak, en la banda de acompañamiento de Anari o en la constitución de Inoren Ero Ni. Hablamos de hechos y momentos esenciales del más excitante y valioso rock euskaldun de todos los tiempos, donde de una u otra forma intervienen ya el batería Mikel “Pintza” Txopeitia Abrego (BAP!!, Negu Gorriak, Fermin Muguruza, Parafunk, Anari, por citar los principales), su hermano y cantante Okene (BAP!!, Inoren Ero Ni, MMATARRAK, más colaboraciones con Negu Gorriak, Anari y Dut) y el bajista Drake (BAP!!, Inoren Ero Ni, Anari). Pero en realidad -Gailu tiene su propia fecha fundacional en 1997, cuando Mikel y Okene editan el tema “Esan ahal banizu” para el compilatorio “Ikastola berria eraik dezagun zuberoan”. También ese año comienza la colaboración junto al creador de vídeos bilbaíno Luis André, componiendo el fondo musical para un documental, con la participación de Anari, BAP!!, Inoren Ero Ni, Kuraia o Kokein, entre otros. Cinco años después llega un EP, “Kutxa beltza” (2002), cinco temas en veinticinco minutos que casaban imagen, diseño y contenidos multimedia a ritmo de sonidos sinuosos, de jazz nocturno al reciente trip hop bristoliano, con el fondo urbano del trascurrir cotidiano a través de las cámaras de tráfico de Bilbao.
Por fortuna, aquella primera odisea, perdida en el tiempo, encuentra ahora una prolongación que de nuevo alterna ritmos variados con un pulso sincrónico que nos sitúa de golpe en este momento de la historia. “Begiak, egiak ba ote?” (“Dicen los ojos la verdad?”) llega a soluciones musicales en la onda de Sleaford Mods (de quienes incluso hacen una versión no incluida en el álbum), y tampoco está lejos del ímpetu juvenil post-punk contemporáneo del Sur de Londres en su vertiente más abierta y expansiva, sin que por ello pueda hablarse de un influjo directo. Este power trio del siglo XXI, como bien define Fermin Muguruza, constituido por músicos veteranos en permanente alerta, engarza voz, samples y prepoducción (Okene), batería, voz, samples y prepoducción (Mikel) y bajo, contrabajo, voz y silbidos (Drake) para alcanzar una ensalada original que de nuevo Fermin se atreve a calificar de “Rural Elektro-Hardcore”, quizá por el hecho de incluir en sus textos palabras, frases y versos tomados del ambiente de los caseríos que a su vez hermanan con otros del chileno Roberto Bolaño, del paisano Xabier Montoia (ex M-Ak), o referencias a Jack Kerouac o el cineasta Jim Jarmusch, y en concreto su película “Down By Law” (1986). En pocos contextos “rockero-rurales” se manejan tal variedad de relatos culturales.
La paleta de alusiones estrictamente musicales se amplía a un sinfín de territorios siempre en crecimiento, misterio, audacia y dispersión, desde los samples de Minor Threat, The Clash, RIP o Hugh Masekela a la tensión que propicia hacer colisionar electrónica y post-hardcore, spoken word y jazz. En cierto modo, el círculo se cierra con el nombre de Martxel Arkarazo, encargado de la grabación, mezclas, masterización y producción, pues Martxel (que también lidera el grupo Rukula) es el treintañero hijo de Kaki Arkarazo, quien inició en los 80 junto al mencionado Xabier Montoia M-ak, probablemente el big bang de esta simbiosis vasca entre rock y experimento. ∎