Disco póstumo que se convierte en el mejor homenaje al legendario Hamdi Benani, cantante y violinista argelino, fulminado por la COVID el pasado septiembre a los 77 años, renovador del estilo tradicional malouf, en el que tiene una importancia determinante la música andalusí que representa la nuba. Él le insufló nueva vida al introducir, en los años 70, bajo, batería, guitarra eléctrica y órgano Hammond, e influencias de la canción francesa, logrando ser popular e innovador y consiguiendo ser una estrella más allá del Magreb. Además de por la música, se hizo célebre por su impecable atuendo, de blanco impoluto siempre, tanto el violín como el traje. De ahí le vino el apodo de “el ángel blanco”.
Antes de fallecer, el maestro colaboró con el alumno Mehdi Haddab, con el que le unía una relación de amistad y profesional desde que su grupo, Speed Caravan –con un primer álbum, “Kalashnik Love” (2008), publicado por Real World–, lo invitó a subir al escenario cuando tocaron en noviembre del 2016 en su ciudad natal de Annaba, al este de Argel, en la gira del segundo álbum, “Big Blue Desert”. En aquel momento, Haddab comprobó la clase que atesoraba y el carisma de esta especie de Sinatra del Magreb. Benani, por su parte, quedó impresionado con la energía de Addab, el eslabón perdido entre la música andalusí y Angus Young.
Haddab volvió a Francia con la maleta llena de discos de Cheikh Benani. Tras una escucha intensiva, seleccionó algunos temas para cocinarlos en su marmita, añadiendo riffs rockeros, texturas electrónicas y lo que creyera conveniente. Tras oírlo, Benani lo aprobó y prepararon un repertorio de malouf contemporáneo con el que giraron por Argelia en otoño de 2018. Luego, presentaron el espectáculo en París, coproducido por el Cabaret Sauvage –el Olympia de las músicas orientales– y el Institut du Monde Arabe. Finalmente, grabaron los diez temas que incluye este álbum. La intención del reencuentro fue, según Haddab, hacer lo mismo que Tarantino con los clásicos del cine americano: mostrarse respetuoso y, al mismo tiempo, insolente.
La inicial “Hosn el Habib” pasa de la pureza andalusí a un trance en el que destaca el efecto distorsionado del “talk box”. En “Ya nas jaratli gharab” aparece un arreglo céltico a la manera de Idir. Uniendo flauta y violín con un oud que es pura adrenalina, convierten “Namdah ouen goul” en algo digno del mejor Rachid Taha. En el centro del disco, las dos partes de “Damai jara” devienen un aluvión psicodélico que cuenta con la ayuda de la guitarra slide de Serge Teyssot-Gay (Noir Désir). La pieza más emblemática del repertorio de Benani, “Jani ma jani”, en la que recibe la ayuda de su hijo a la voz, rezuma clasicismo incluso con la tensión eléctrica que proporciona el oud. “L’inquiétant prélude” es una improvisación que sirve de preludio a la apasionada y melódica canción de amor “Achek mamhoun”, antes del final “Kursi zidane”, una pieza instrumental que mezcla malouf y surf rock a la manera mediterránea, reafirmando el respeto por la tradición y las ganas de innovar en un álbum que es un clásico instantáneo y que por desgracia ya nunca podremos escuchar trasladado al directo. ∎