Cuando no graba dream/synthpop como Mint Julep con su marido, Keith Kenniff, alias Helios (cuando ambient) y Goldmund (cuando post-clásico), Hollie Kenniff explora confines más abstractos en una carrera personal que tiene en “The Quiet Drift” su segunda cima. “The Gathering Dawn” (2019) era, aunque más oscuro, igual de brillante. En esta continuación, Kenniff ofrece un reverso luminoso de aquel sin dejar de creer en la melancolía como una de las bellas artes.
En algún lugar entre el ambient, el drone y una visión concisa del post-rock (solo un corte, “Four Sides Of The Forest”, supera los cinco minutos), “The Quiet Drift” invita desde el título a dejarse mecer a la deriva. No es difícil sucumbir: sintetizadores mullidos, cuerdas en principio sintéticas, guitarras reverberantes y voces etéreas (sin letra) confluyen en piezas envolventes, sin estructura pop pero, a la vez, nunca demasiado tiempo quietas en el mismo sitio. Constantes e inquietas como las olas del mar.
En nota de prensa, Kenniff ha presentado “The Quiet Drift” como una especie de carta de amor a la naturaleza, citando el impacto indeleble que dejaron en ella el paisaje y el ritmo de Ontario cuando era pequeña. Su lago, sus ríos, sus bosques. No cuesta imaginar esta música como banda sonora de algún vanguardista documental de naturaleza, pero la clase de horizonte que invoca es tirando a ficcional: una dimensión limítrofe entre lo real y lo imaginario. Tampoco cuesta imaginar esta música como banda sonora de cualquier intento de ahogar los ruidos de vecinos en verano cuando se intenta conciliar el sueño.
El viaje reparador arranca con “Flourish”, mágico trenzado de bucles de voz aérea, guitarra reverberante (The Durutti Column en el corazón) o sintes que crecen en intensidad. Estamos esperando que aparezca oficialmente la anunciada remezcla de Helios. Con “Quell”, Kenniff nos lleva directos al espacio en la misma astronave tripulada por Brian Eno, su hermano Roger y Daniel Lanois en “Apollo: Atmospheres & Soundtracks” (1983). Ya desde ese título casi Smiths, “Some Day If Some Day Comes” es de lo más pop del lote, a pesar de la languidez. También son bastante directas “Still Falling Snow”, única del disco con beat claro, o “Sunset Chant”, acertadamente descrita por Dania Shihab (jefa del sello Paralaxe Editions) como “Enya, pero más oscura y droney” en la newsletter ‘First Floor’ de Shawn Reynaldo.
Los dos temas con Keith Kenniff (o, para ser precisos, Goldmund) al piano,“Under The Loquat Tree” y “Unfolding”, también son new age y a mucha honra. Al otro extremo damos con la distorsión final de “Dreaming Pale Dreams” o una final “This Part Of You” en la que se acaba rozando la emotiva abrasividad de Tim Hecker. Ya en sus tramos más aéreos o en los más turbulentos, este disco cura y ayuda, y no solo a uno mismo: parte de los beneficios irán destinados a la Nature Conservancy de Canadá y a un refugio de emergencia y hogar de transición para mujeres. ∎