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Poco a poco, Jimena Amarillo se está convirtiendo en un fenómeno social. Desde las declaraciones de Luis Enrique en pleno Mundial de fútbol, citándola entre sus gustos musicales, a su rotunda presencia como estandarte LGTBI, pasando por su elección para protagonizar la campaña de correos y el bono cultural joven en 2022, su onda expansiva ha ido creciendo de forma exponencial a sus muestras de talento, destiladas en cápsulas tan certeras como “Billete de amor” y la tan pixie “Porque tú lo sabrías”. Estos fueron los singles de adelanto de “La pena no es cómoda”, su segundo LP y el primero que se puede considerar como imprescindible. Dicha apreciación alcanza renovada significación en base a un hecho central: en una era en la que el single ha retornado al escaparate principal, ella se atreve con un trabajo de doce canciones libres, sin ataduras contextuales.
Realmente, este álbum no era necesario para que Jimena siguiera con su progresión imparable en la farándula pop. Sin embargo, sí lo es para subrayar una certeza mayor: que, por encima de todo, Jimena quiere ser considerada como lo que realmente es, un talento musical sin límites aparentes, libérrima en su particular configuración de los resortes que conforman el ADN pop de la generación Z. El mismo al cual se agarra, en una demostración de Jimena para Jimena, en la que no caben colaboraciones de peso ni featurings buscados para engordar el algoritmo de escuchas. Aquí no hay anzuelos prediseñados ni un trabajo de producción preestablecido en pos de la recompensa a corto plazo. Lo que este disco representa es mucho más, se trata de la primera obra maestra, con mayúsculas, a la que necesitaba aferrarse toda una legión de adolescentes en unos tiempos donde la sobreexposción de las redes sociales es el disfraz más certero para esconder los sentimientos más íntimos.
A lo largo de esta decena de temas, nos topamos con un diario personal que funciona como espejo generacional de la era bedroom pop. Pero no nos engañemos, esto ya no pertenece a ningún subgénero atado a su contexto generacional, esto es pop con mayúsculas. Una demostración valiente, sin filtros, de los diferentes giros sobre sí misma que Jimena es capaz de hacer sin perder el oremus de su pacto con las musas.
Ya sea desde el rompecabezas trap-noise practicado en “Tu sangre de la mía” hasta la emotiva abstracción experimental de “Cosa de un amor”, la valenciana se muestra certera y arriesgada en actos de superación personal como “María la portuguesa”, en la que su inclinación sin reservas hacia el pálpito acústico reafirma otra de las características esenciales de este LP: su equilibrio cromático entre tacto digital y ánimo artesanal. En dicho meridiano se encuentra el secreto de unas canciones que, definitivamente, apelan a la trascendencia de un acto creativo que, incluso, desprende la sensación de que Jimena podrá mejorar en próximos envites, y alejada de los consensos de composición influenciados por la búsqueda desesperada del like. ∎