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Álbum

John Grant

Boy From MichiganBella Union-[PIAS] Ibero América, 2021

03. 08. 2021

Una noticia de 2017 informaba de que la editorial Little, Brown & Company había comprado la autobiografía de John Grant. A día de hoy, todavía no se ha publicado, pero muchos rastros de sus memorias se pueden encontrar a lo largo de la discografía que el autor inauguró en 2010 con “Queen Of Denmark” (previo paso por la banda The Czars). Su quinto álbum casi parece tener ese carácter de diario retrospectivo. Los tres primeros temas (“Boy From Michigan”, “County Fair” y “The Rusty Bull”) airean recuerdos sobre momentos de su infancia en Michigan al tiempo que, desde su exilio presente en Reikiavik, donde él reside desde hace casi una década, lanza amargos dardos sobre la falsedad del sueño americano y la mezquindad de sus gentes. Todo ello con un estilo narrativo que, a la manera casi de un Mark Kozelek, no escatima datos sobre nombres y lugares. Los cortes 4 y 5 (“The Cruise Room” y “Mark And Julie”) lo trasladan a la adolescencia, cuando emigró con su familia a Denver, y cuando tiene sus primeras experiencias sexuales.

Pero, a partir de la extraña “Best In Me”, la narrativa principal se pierde y el álbum se convierte en otra cosa. Al igual que en “Your Portfolio”, Grant recurre al spoken word, se pone una especie de disfraz para reflexionar sobre otras realidades más o menos elusivas. “Rhetorical Figure” es un experimento lúdico que deja entrever su pasión por el post punk, “Just So You Know” se tira más hacia el medio tiempo romántico-confesional en la onda de Rufus Wainwright, con un punto de finísimo humor cuando canta: “I still get my DQ with some frequency / No, I don’t mean Dairy Queen / I covered that on album three”. Los recuerdos de la infancia vuelven a asaltarle como pesadillas en “Dandy Star”, donde rememora el profundo impacto que le supuso ver el filme “Terror ciego” (“See No Evil”; Richard Fleischer, 1971) en el televisor del hogar familiar. Aunque el tema estrella podría ser el penúltimo, “The Only Baby”, el momento en que toda esta información la conecta con una reflexión sobre Donald Trump. Su repetición obsesiva, vaciándose por dentro, de la frase “That’s the only baby that bitch could have” así lo atestigua.

A nivel estilístico, es también un compendio de lo que Grant ha cultivado a lo largo de su carrera: desde la faceta más pianística y orgánica a sus inclusiones en el soft pop (otro autor con el que veo similitudes en este disco es Father John Misty), el prog y la línea electrónica, ruidista y experimental. Amiga y cómplice fundamental en esta obra es Cate Le Bon, quien ejerce como productora incitándole a evitar las concesiones frágiles. Las doce canciones se van desarrollando con largos pasajes instrumentales hasta ocupar una extensión de una hora y cuarto. Esto es, una media de 6 minutos 25 segundos por tema. ∎

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