La cantautora
Judee Sill (1944-1979) forma parte del panteón de los perdedores de la música. Y, si bien en sus inicios se codeó con la
crème de la crème de los músicos californianos, su turbulenta vida y la falta de éxito la llevó al callejón sin salida del suicidio por sobredosis.
Su nuevo disco de rarezas tiene una primera parte grabada en directo. En concreto, siete canciones que interpretó el 3 de octubre de 1971 en el Boston Music Hall, poco después de editar su primer álbum,
“Judee Sill” (1971). Inicia el recital con el estreno de
“The Vigilante” –luego incluida en
“Heart Food” (1973)–, que ya muestra los mejores logros de su música, una letra simbolista y una voz que se rasga hasta el quejido en los tonos más agudos. Luego canta
“Lady-O”, que ella misma califica de romántica. Tras dejar la guitarra acústica por el piano, aborda
“Enchanted Sky Machines”, una canción sobre platillos volantes con un estilo entre la iglesia y la taberna. Vuelve a la guitarra para interpretar otras joyas de su debut, como
“The Archetypal Man”, “Crayon Angels” o
“The Lamb Ran Away With The Crown”, en las que se hace evidente la influencia de la imaginería religiosa. Pero donde más se nota su raíz cristiana es en
“Jesus Was A Cross Maker”, un título inspirado por Nikos Kazantzakis y una canción que, según confiesa, la salvó de suicidarse por culpa de una relación sentimental tóxica. La misma composición se puede escuchar luego en la versión de la maqueta inicial.
En el apartado de remasterizaciones,
“The Pearl” y
“The Phoenix” suenan con mayor claridad que las originales. Por su parte, resulta extraño que
“The Desperado” no fuese incluida en “Heart Food”; de las diez canciones de su segundo y último álbum, ocho se muestran en la fase inicial de maqueta, interpretadas con piano –
“The Kiss”, “Down Where The Valleys Are Low”, “The Donor” y
“Soldier Of The Heart”– y guitarra acústica –“The Phoenix”, “The Vigilante”, “The Pearl” y
“There’s A Rugged Road”–, sonando todas ellas inmensas. ∎