No llegará a batir el récord de Benedicta Sánchez, Goya a la mejor actriz revelación por “Lo que arde” (Oliver Laxe, 2019), pero
Keeley Forsyth también puede ser candidata a artista revelación del año, con su debut discográfico a los 40... Conocida en el Reino Unido como intérprete de teleseries y programas infantiles, su irrupción en el ámbito musical no tiene parangón con otras actrices cantantes, porque, inevitablemente, la cabeza nos lleva a pensar en ejemplos como Barbra Streisand o Scarlett Johansson... Y, sin embargo, Forsyth es, como han dicho en ‘The Guardian’,
“la nueva Scott Walker”... Y no, no se refieren al Scott Walker de The Walker Brothers, sino al de “Bish Bosch” (2012).
Hay elementos en
“Debris” (“escombros”, en inglés), fundamentalmente el vibrato de su voz, que a veces recuerdan a Diamanda Galás o a Nico, por la tensión y el drama que transmiten, algo lógico tratándose de un álbum que habla, fundamentalmente, de depresión y superación de traumas (en 2017 Forsyth sufrió una enfermedad psicosomática tan grave que le provocó durante una larga temporada la parálisis de la lengua). La música, sin llegar a los límites expresivos de las referencias empleadas, tampoco es fácil, ni cómoda ni agradable: un folk siniestro apoyado en una instrumentación espartana a base de guitarra acústica, piano, viola y violonchelo que consigue sumergir al oyente en su dolor, su desesperación y su sensación de caer en la locura, con su atmósfera malsana y disonante. ∎