Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.
Esto va más allá del típico disco de rarezas para completistas, básicamente porque King Gizzard And The Lizard Wizard ya es una rareza en sí misma: una de las bandas más freaks y alocadas no solo del rock reciente, sino de todos los tiempos. Me gusta pensar en el sexteto de Melbourne como un eslabón tocapelotas en una cadena que une a The Grateful Dead con The Flaming Lips. Por un lado, sigue una senda principal que le ha llevado a publicar dieciocho álbumes desde 2012 (el último hasta el momento es “Butterfly 3000”, que salió en junio, aunque parece que ya hay otro a las puertas). Por otro, está su también amplia colección de discos en directo o recopilatorios que han colgado en su Bandcamp (https://kinggizzard.bandcamp.com/) habilitando herramientas para que individuos y sellos independientes (preexistentes o no) puedan crear su propia copia pirata. A esta categoría pertenece su colección de veintiocho maquetas, extraídas de entre toda su carrera, y colgadas originalmente en septiembre de 2020.
Con tal percal, pensar en que alguien comercializase esto con una edición en vinilo más o menos convencional se puede entender como un suicidio empresarial o un acto de amor. Y de ambas cosas andan sobrados Gonzalo y Mariajo, los responsables de la tienda granadina Discos Bora-Bora, quienes propusieron a Stu Mackenzie y compañía el prensarlos en una edición en doble álbum con nueva portada y colores de fantasía, limitada a 500 copias con motivo del Record Store Day (a precio, por cierto, bastante razonable para lo que suele ser esto: 36 euros).
El objeto –supongo que, obviamente– es aquí mucho más importante que el contenido, que solo interesará a los fans más acérrimos que hayan sido capaces de seguir el dificultoso rastro discográfico de la prolífica banda. Si perteneces a ellos, seguro que encuentras bastantes cosas de provecho: desde versiones muy diferentes –la gran mayoría, instrumentales– de algunos de sus temas más conocidos a doce completamente inéditos. Viene a ser como la experiencia de que te dejen entrar en su local y hacerte testigo de cómo trabajan las canciones, corroborar el denso torrente de ideas musicales dispersas que se genera cuando se juntan y ahondar en lo oportuna que sería una cabeza pensante que impusiese un control de calidad y separase el grano de la paja. Aunque, supongo, eso iría completamente en contra del espíritu de King Gizzard. ∎