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Los discos previos de Kokoshca tenían siempre alguna cosa que provocaba que el asunto no terminara de cuadrar con finura. Canciones redondas convivían con otras que, probablemente debido a su propio proceso de búsqueda, los penalizaban hasta el punto de que todo adoleciera de cierta irregularidad. Unido esto al molesto ditirambo que desde hace unos años rodea a cualquier lanzamiento nacional, y que quieras que no provoca cierta distancia por desconfianza y mero hartazgo, el grupo quedaba confinado en una zona gris que probablemente no merecía, siquiera porque cuando acertaban se mostraban como un grupo muy competente y cuando no era el caso al menos tenían una buena disculpa: precisamente ese afán suyo por crecer y ampliar su abanico expresivo.
Con “KOKOSHCA”, el disco, todo resulta más redondo y certero. No deja de ser un LP de pop rotundo hecho al viejo estilo, pero que al mismo tiempo viene enriquecido por algunos detalles que conviene destacar. Siempre fueron un grupo llamativo por su manera de expresarse y de exponerse, también por su interés en incorporar la tradición musical autóctona. Prácticas con las que se corre el riesgo de caer en la reiteración o lo banal. No es el caso aquí, pues a pesar de cierto guirigay en el que incurren en algún momento –particularmente en el “Himno de España”– se intuye que la evolución personal tiene su reflejo en las letras de unas canciones que podrían ser perfectamente la fotografía de su concreto momento vital. Repasando su trayectoria, así lo parece.
Creo que atinan más cuando se tiran sin red al pop que cuando buscan secuencias bailables o funk, aunque puede ser un tema de gustos. Sin embargo, diría que es precisamente el sonido, inmediato y hasta un poco impulsivo, con mucho filo, lo que más ayuda a que las melodías funcionen sin traer a la cabeza esos esquemas clásicos en los que sin duda se basan y que podrían castigarlos bajo el argumento del “más de lo mismo”. Detalles aparentemente menores como la secuencia de los temas juegan también a favor, en particular en un tramo final del disco especialmente afortunado que ofrece tres canciones que lo resumen. “Voy a salir de esta” sería el anverso, pop tenso y adictivo, diáfano heredero del rock de guitarras de los noventa. “El rayo” ocuparía el reverso, un esquema de vehemente funk-punk a mayor gloria de la autoafirmación. Como cierre, la tercera vía, un medio tiempo excelente –“Aire”–, rara avis dentro del contexto del álbum y que con el tiempo podría terminar por convertirse, paradójicamente, en su mejor activo.
Pienso que es un disco que no tiene tanto de evolución como de concreción, de dar valor a lo que hacen realmente bien. Probablemente era un movimiento necesario que implicaba parar, recolectar y dejar rubricado y resuelto todo eso que venían apuntando. En definitiva, un buen resumen de lo que son Kokoshca, de lo que ha quedado tras un periplo en el que en los aledaños de su línea más reconocible siempre hubo algo de juego y bastante curiosidad por llegar más allá. ∎