Desde hace ya unos meses hay una voz que está sonando con mucha fuerza en la escena hip hop. Su estilo combina elementos del neosoul, el flamenco y el rap, y su nombre, Lia Kali, se ve cada vez con más frecuencia en conciertos y colaboraciones de artistas ya asentados como Hard Gz, Sofía Gabanna, Santa Salut, Delaossa o Denom. Muchos ven en ella el renacer de un sonido que años atrás ya popularizaron artistas como Wöyza o Mala Rodríguez.

Aunque para ella su máxima influencia siempre ha sido Amy Winehouse, porque la música negra de raíz es el terreno donde más cómoda se siente, y eso se nota a lo largo de todo este “Contra todo pronóstico”, su primer larga duración. Un álbum en el que además el concepto de “urbano” recupera su sentido más esencial gracias a que el rap y el soul hacen que el trap y el reguetón brillen por su ausencia. Aun así, este disco suena completamente actual y contemporáneo.

Pero no es la música lo único que destaca aquí. Su mensaje, su contenido lírico, es de una valentía y una sinceridad inusuales. Tanto, que por momentos parece que leamos el diario de un psicólogo o entremos en un confesionario, con pasajes extremadamente profundos como “UCA”, en la que cuenta cómo fue su ingreso en un centro psiquiátrico en el que sufrió duros maltratos que marcaron su adolescencia. El LP empieza con una introducción en la que Lia explica al oyente cómo es el disco que se dispone a escuchar. Una suerte de manual de instrucciones para que el receptor sepa de antemano que estamos ante un trabajo con una fuerte carga emocional, duro por momentos, y con el que no todo el mundo va a poder sentirse identificado. Porque Kali se abre de una manera muy atrevida, arriesgada incluso, afrontando debilidades que otrxs raperxs no se atreverían ni a nombrar.

Pero lo bello del álbum es que, pese a su inicio, va evolucionando desde la oscuridad hacia la luz. Con el paso de las canciones va avanzando hacia la esperanza, mostrando el camino recorrido por la cantante para salir del agujero. Un camino que también se representa musicalmente, con un ambiente que va desde sonidos más pesados y sombríos hasta otros más alegres y bailables, cerrando con una “Soñar” que culmina con un ritmo electrónico llamando al baile y la liberación.

Habrá quien conozca a Lia por su participación en el programa ‘La Voz’ en 2019. O por aquel post de Instagram denunciando que cuando cambió su físico algunas personas, de dentro y de fuera de la industria musical, modificaron su trato hacia ella. Pero en la escena, la figura de Lia se aprecia como un halo de esperanza, una vía para la renovación de estos sonidos gracias a un método que aporta riqueza y valor musical al rap. Toni Anzis produce la mayoría de esta docena de canciones, que tiene como colaboración principal la de SFDK. Y con la que Kali, capaz de llevar su voz al límite de manera admirable sin llegar a perder nunca el tono, pide paso con esa fuerza que la caracteriza, en una escena que necesita figuras valientes como ella. ∎