Dos décadas después de haber arrancado su trayectoria con “They Threw Us All In A Trench And Stuck A Monument On Top” (2001), Angus Andrew es el único miembro original de Liars que sigue adelante con el proyecto. Quizá porque, en realidad, siempre se trató de su criatura. La misma que, a lo largo de diez LPs, nos ha proporcionado picos tan excitantes como “They Were Wrong, So We Drowned” (2004), “Liars” (2007) y “Sisterworld” (2010). Tan contrastada terna de álbumes es claramente representativa del culo de mal asiento que es Andrew, incapaz de trazar líneas continuas de estilo a lo largo de sus diferentes álbumes.
Con esta tendencia como modus operandi general, “The Apple Drop” abre la panorámica por medio de un conjunto de canciones donde la huella de los Depeche Mode de los primeros noventa se palpa desde “The Start”, el magnético arranque del LP, totalmente visible en el filtro sinte de las guitarras, los toques góticos de fondo y el deje lacónico impuesto por Andrew en el estribillo. El eco de los de Basildon también se hace presente en el resto del recorrido, como en “Start Search”, donde asoma la sombra de Nick Cave y sus Bad Seeds, al igual que en la imponente “Slow And Turn Inward”.
En todo momento, Andrew juega con el contraste entre punteos afilados eléctricos y colchones de sintes tremendamente voluptuosos. Así sucede en la fabulosa “Sekwar”, con cierto aroma a los Radiohead de “OK Computer” (1997), con mutación tabernaria de los mismos incluida en el estribillo. El recuerdo a los de Thom Yorke se hace más evidente que nunca en “Big Appetite”, en la que también se intuye el deje a Jane’s Addiction en las voces de fondo.
En ningún momento “The Apple Drop” pierde fuelle, siempre mantiene cierto halo misterioso y crepuscular en la atmósfera preponderante, marcada por la incorporación del batería jazz Laurence Pike, brújula rítmica a través de su impredecible y matemática obsesión por marcar líneas de acción a contrapié, arrastrar arcos melódicos y, en definitiva, definir en la sombra la dirección musical de un LP que subraya el refinamiento general en el cuaderno de bitácora de un Andrew que, para la ocasión, ha decidido poner correa a sus impulsos más volcánicos y exabruptos varios de antaño. A ello también ha contribuido la incorporación del multinstrumentista Cameron Deyell y el apoyo de su mujer, Mary Pearson Andrew, en la elaboración de las letras de un trabajo donde han podido encauzar el magma caótico de Andrew en canciones más ordenadas que en el pasado. Precisamente, el mayor mérito del líder y su troupe es haber logrado esto sin perder un ápice de su esencia asilvestrada. Ejemplos como “Leisure War” reflejan a la perfección dicho logro, y este, en cierta manera, establece un precedente que, de seguir con su renovado plantel de músicos, podría suponer un giro exponencial con recorrido en la trayectoria de un tipo que, a través de “The Apple Drop”, ha retornado a la excelencia de logros pretéritos; esta vez, embutido en un esplendoroso disfraz de crooner electro-rock. ∎