“El tiempo de aprender a vivir, ya es demasiado tarde / Que lloren por la noche nuestros corazones al unísono / los lamentos que hacen falta por un suspiro de emoción, / la tristeza que hace falta para la mínima canción, / los sollozos que hacen falta para una triste guitarra. / No existe el amor feliz”. Lo escribía Louis Aragon y lo cantaba Georges Brassens en “Il n’y a pas d’amour hereux”, tema que no solo versiona aquí la banda de David Carabén, sino que incluso utiliza para titular su quinto álbum. ¿Implica eso que estemos ante un trabajo tan brutalmente desesperanzado? En absoluto. En
“L’amor feliç”,
Mishima bucea básicamente en la temática romántica desde diversas perspectivas, pero siempre con un hilo común que aparece y desaparece y que vemos reflejado en los versos reproducidos al principio: el propio carácter de las canciones como las únicas guías y consejeras sentimentales a las que parecemos dar validez.
Arranca en
“La vella ferida” con la constatación del amor-sexo como necesidad vital (y que me hace pensar también en los muchos puntos en común que este álbum tiene con “La herida universal” de Julio de la Rosa), continúa con el misterio de la primera impresión en
“Els vespres verds” y la celebración del deseo en
“Ull salvatge”, para luego irse por otros derroteros. La exuberancia poética de
“Els crits” se alterna con las recetas vitales sin caer en tópicos de autoayuda de
“El que em van dir”, pero también hay una visión más cínica encarnada en cierta desmitificación del romanticismo crápula de la vida nocturna: desde el autoengaño de
“L’última ressaca” hasta el decadentismo
hooligan de
“El camí més llarg”, para concluir con su particular visión de “Walk On The Wild Side” que es
“Ossos dins d’una caixa”.
Se podría decir que en este álbum se contienen las mejores letras de David Carabén, pero también es un trabajo musicalmente más complejo y menos inmediato, sin la inspiración melódica de sus discos más recientes; algo que no sé hasta qué punto se puede atribuir a la reciente incorporación de Alfons Serra y Xavier Caparrós como sección rítmica. ∎