Aún hoy, más de tres décadas después de salir propulsada de entre los escombros del single “Looking Good Diving” de Morgan-McVey (1987), impresiona la frescura contagiosa y la rotunda autoridad con la que emerge
“Buffalo Stance”. Ahí está, concentrado en poco más de cinco minutos, todo lo que convertiría el debut de
Neneh Cherry en un formidable tratado de pop inteligente y adhesivo; un viaje interestelar a través de las músicas negras que acabaría conectando el poderío narrativo del hip hop con una manera de entender el pop que en su día se quiso emparentar con el brillo de Madonna, pero que el tiempo se encargó de colocar junto a los claroscuros del R&B y el trip hop, y la vitalidad de la música de baile.
“No style rookie / You better watch don’t mess with me”, que recitaba en la canción con la que abrazó el estrellato. Ahí queda, sin ir más lejos, su arrollador paso por el ‘Top Of The Pops’ de diciembre de 1988, con la cantante desbordando entusiasmo y embarazadísima de siete meses.
Precisamente de esa actitud desafiante, de ese feminismo combativo y gozoso espíritu recreativo, se alimenta un disco que Cherry, discípula de las Slits y fogueada en la radio pirata londinense, cocinó junto con Tim “Bomb The Bass” Simenon y Cameron “Booga Bear” McVey (también pasaron por el estudio Nellee Hooper y los Massive Attack Mushroom y 3D) y que celebra su trigésimo aniversario con una generosa edición
deluxe.
Una necesaria vista atrás que, además de recuperar el pulso funk de
“Love Ghetto” y el festín de
samples y ritmo de
“The Next Generation”, incluye versiones primerizas de
“Heart” y jugosas remezclas de éxitos como
“Manchild” o
“Inna City Mamma” a cargo de Massive Attack y Smith And Mighty. Con el tiempo llegaría el trip hop para imponer su ley, y el pop y el hip hop harían más y mejores migas, pero hubo un momento, justo a finales de los ochenta, en que
“Raw Like Sushi” (1989) marcó el camino a seguir para futuras alianzas. ∎