La cambiante formación suiza ubicada en Ginebra –ahora integrada por doce músicos y que dirige el contrabajista Vincent Bertholet– hace gala de gran ambición artística y amplitud de miras intelectuales. El logrado nombre del grupo, un homenaje a la música africana –a la Tout Puissant Orchestre Poly-Rythmo de Cotonou o a la antes conocida como Orchestre Tout Puissant Likembe Konono Nº1– y a un artista, Marcel Duchamp, dadaísta y surrealista, situado entre los más notables del siglo XX, ya indica la originalidad de la propuesta. Un concienzudo trabajo orquestal que llega a su quinto álbum, tras “Rotorotor” (2014) y “Sauvages Formes” (2018), producidos por John Parish.
Minimalismo, post-punk, música étnica, art-rock, alt-pop y jazz conviven en un sonido que bebe de muchas fuentes sin atragantarse en ninguna. El single “Beginning” supone un golpe de efecto al mezclar krautrock, percusiones aéreas, resonante sección de metal y unas voces femeninas entre la spoken poetry de Kae Tempest y el pop de Stereolab. Otro tema que sirvió de presentación, “So Many Things (To Feel Guilty About)”, es una andanada que reúne la fiereza de The Ex, polifonías de los pigmeos, groove jazzístico y voces –la británica Aby Bulliamy recita las numerosas posibilidades de sentirnos culpables por dañar el planeta– que entroncan con ese pop lunático cincelado por Laika o Pram.
La autora de las letras, Jo Burke, explica que se inspiró en un correo del líder, en el que le decía que muchos de nosotros manifestamos sentirnos concienciados por el medio ambiente para a continuación intentar justificar la necesidad de volar, coger el coche o comer carne. Su compromiso ecológico, que los lleva a viajar solo en tren, va de la mano de un tono vanguardista que en “Be Patient” conjuga oscuro ambient al inicio, música de cámara en la parte central y, como colofón, guitarras, vientos disonantes y una voz femenina que sirve de ancla beatífica.
El sonido cálido de la marimba y los arreglos orquestales, entre brass band y minimalistas, son determinantes en “We Can Can We”, con una voz femenina que vuelve a hacer pensar en Lætitia Sadier, arrastrando el tema hacia el pop abstracto, en pugna con unas hirientes guitarras post-punk. El disco, que no llega a los cuarenta minutos, repartidos en nueve canciones, abraza la melancolía con cuerdas en “Flux”, de nuevo con el influjo africano de la marimba y un corpulento break percutivo, combinado tensionantes riffs de guitarra, una voz lánguida en inglés y coros en francés que son pura exotic-poetry. También hay breves apuntes de minuto y pico, como “Connected” y “Silent”, combinando psicodelia blanda y recogimiento coral.
Solo nos queda hablar de “Blabber”, que es como la Penguin Cafe Orchestra –una clara influencia– en clave dream folk. Y es que la Orchestre Tout Puissant Marcel Duchamp puede considerarse el último eslabón de un iconoclasta grupo de orquestas europeas que va de la británica que creó Simon Jeffes a la occitano-catalana Bel Canto Orchestra de Pascal Comelade, sin olvidar a la Vienna Art Orchestra de Mathias Rüegg. ∎