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Rombo (Núria Curran, Montse Martín, Clara Molins y en directo, además, Jordi Beltrán a la batería) se definen a sí mismas como un grupo de amigas que empezaron a tocar música para pasarlo bien, pero lo que comenzó como una forma de entretenimiento hace ya ocho años ha terminado por convertirse en un sólido proyecto musical que va por libre, pero con paso firme: graban en catalán desde el principio, se mantienen en la independencia y en lugar de publicar música con regularidad, lo hacen cuando les apetece y tienen algo que decir (su último trabajo es el tercer álbum en casi diez años).
“Plaers i terrors del confort domèstic” es casi una declaración de intenciones desde el título, una traducción al catalán de una exposición de fotografía que acogió el MOMA en 1991 y que exploraba las relaciones románticas en el ámbito doméstico. De eso mismo es de lo que hablan las canciones de Rombo, de esos momentos cotidianos, sin épica alguna, que se viven en el hogar. Basta con escuchar “Roca”, que abre el disco, y en el que se escucha de fondo un diálogo de una película en el que una mujer habla sobre cómo el amor ha afectado su vida, para bien y para mal: nada de idealización. A partir de ahí se suceden una serie de canciones cuyos títulos y melodías se corresponden con distintos estados anímicos, desde la energética “Vibracions” (en la que colaboran Mujeres y que es revisitada al final del álbum como “Vibraciones del cors”, mucho más experimental) o la pausada y acústica “Tot teu”.
Producido por David Rodríguez (La Estrella de David, Beef), Rombo dan forma y empaque en este álbum a muchas de las ideas que podían intuirse en su debut homónimo y, sobre todo, en su trabajo de 2019, “Clara Montse Núria”. Si en sus discos previos a veces se echaba en falta algo de homogeneidad, en “Plaers i terrors del confort domèstic” no solo estamos ante un sonido mucho más contundente y sólido, sino ante una coherencia musical y narrativa que no terminaba de cuajar en esos primeros trabajos. Se agradece que por el camino no hayan perdido la frescura (basta con escuchar “Nosaltres” o “Dolor” para apreciarla) o la querencia por los teclados en canciones como “Amor meu”, con ecos al indie pop de los noventa.
A lo largo de la media hora que duran estos “placeres y terrores”, hay espacio para los experimentos (“Vibraciones del cors”), para el indie canónico (“No ha existit”), para el pop nostálgico (“Nosaltres”), para los sonidos más atmosféricos (“Bromes”) y hasta para los bajos cercanos al post-punk (ojo a los primeros acordes de “Dolor”), pero, a diferencia de lo que podía suceder en trabajos anteriores, ahora coexisten con mucha más naturalidad teclados y guitarras, convirtiendo en realidad ideas que ya se intuían: con este disco, Rombo han pasado de ser una promesa a una realidad. ∎